Han pasado ya 14 años desde que José Bretón asesinara a sus hijos Ruth y José, de seis y dos años, quemando sus cuerpos en la cordobesa finca de Las Quemadillas. Tras haber negado en repetidas ocasiones su implicación en el crimen, ahora, el filicida —que cumple una condena de 25 años de prisión— ha confesado la autoría del doble asesinato por primera vez.
La revelación ha salido a la luz a través de una serie de cartas que el conocido como 'El monstruo de Las Quemadillas' envió al escritor Luisgé Martín, con quien mantuvo correspondencia durante tres años. Ahora, Martín, que incluso llegó a visitar al asesino en la prisión de Herrera de la Mancha, ha adelantado parte del contenido de estas cartas en El Confidencial, que serán publicadas próximamente en su libro 'El odio', editado por Anagrama.
El crimen se remonta al 8 de octubre de 2011, día en que Bretón acabó con la vida de sus hijos, quemando después sus cuerpos en una hoguera para intentar hacerlos desaparecer. En su conversación con Luisgé Martín, el asesino se muestra "absolutamente seguro" de que los pequeños no sufrieron. "Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban, estaban ya muertos. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento", confiesa.
"Los maté por impaciencia"
Tres semanas antes, su mujer Ruth Ortiz le había comunicado su intención de divorciarse de él. "Cuando Ruth me abandonó entré en cólera. Al principio no tuve pensamientos extraños, pero después se fue abriendo paso la idea del asesinato", reconoce Bretón en su conversación con el escritor. El motivo, según sus propias palabras, fue la desesperación: "Los maté por la impaciencia. Necesitaba que esa situación se acabara, que desaparecieran las dudas y la incertidumbre".
Además, el filicida insiste en que no actuó por venganza hacia su exmujer. "¿De qué iba a vengarme? Yo estaba de acuerdo con la separación. Me parecía bien. Incluso empecé a buscar a otra mujer, llamé a Conchi y estuve a punto de quedar con ella. A mí no me parecía mal el divorcio, pero me atormentaba esa incertidumbre, el hecho de no saber qué iba a pasar con mis hijos", asegura.
El caso, que conmocionó a todo el país y abrió por primera vez las conversaciones públicas sobre la violencia vicaria, se convirtió en uno de los más mediáticos de la historia de España. El 22 de julio de 2013, Bretón fue condenado a 40 años de prisión por el doble asesinato de sus hijos por la Audiencia Provincial de Córdoba. La sentencia consideró probado que el crimen fue premeditado, pues los preparativos del delito comenzaron el 29 de septiembre de 2011, cuando compró Orfidal y Motivan para adormecer a los pequeños.
"Quería que murieran sin sufrimiento"
Sin embargo, Bretón asegura que todo fue improvisado. "No busqué información en ninguna parte, no hice ninguna investigación. Todos hemos visto muchas películas y somos capaces de imaginar algo así", reconoce al escritor, añadiendo que tenía dos condiciones principales que se tenían que cumplir a la hora de llevar a cabo el asesinato: "Que murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policiaca. Tenía los medicamentos y tenía la leña en la finca, solo tuve que comprar el gasóleo".
Así, Bretón recuerda que disolvió las pastillas en agua con azúcar y se las dio a los pequeños Ruth y José para que los bebieran. "No hubo ni miedo ni dolor", asegura, pero reconoce al escritor que "al mismo pie de la hoguera" se dio cuenta de que lo que había hecho era una "monstruosidad". "'¡Pero qué has hecho!', me repetía una y otra vez. '¡Pero qué has hecho! ¡Qué has hecho!'. Ojalá hubiera podido dar marcha atrás en ese momento. Pero ya no había remedio", confiesa.
Sin embargo, Bretón ha explicado al escritor que "ha tenido que perdonarse" pero sabe que "nadie más puede hacerlo": "Si hubiera sido al revés, si Ruth hubiera matado a nuestros hijos, yo la habría perdonado, porque es un sentimiento que me sale con naturalidad. Pero entiendo que ella no me perdone jamás y que me desee todo el mal del mundo. Me lo he ganado con creces".