La indignación

Los afectados por la catástrofe de Valencia expresan su indignación por la falta de previsión y el exceso de fallos; por la lentitud en la respuesta y la rapidez en el reproche; por el superávit de burocracia y el déficit de humanidad. A ese malestar, profundo y fundado, las respuestas llegan a trompicones. Ni la Generalitat ni el Gobierno central, con la vicepresidenta Ribera aún ausente, estuvieron a la altura, pero Carlos Mazón se obstinó en no dar un paso atrás y en colocarse en primera fila de las responsabilidades. Ayer reconoció que hubo errores, un imprescindible primer paso al que habrán de seguir otros, y de todas las partes implicadas.

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