El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegaba a la Casa Blanca este lunes 'poniendo patas arriba' la era de Joe Biden, tal y como había prometido. Lo ha hecho firmando un sinfín de órdenes ejecutivas en su primer día en el cargo, y jurando una "edad dorada" para el país. Y no ha hecho más que empezar.
Eso sí, el nuevo inquilino del Despacho Oval tendrá que acostumbrarse -de nuevo- a la vida en hogar presidencial que, sin duda, guarda grandes particularidades: no todo está incluido en el cargo.
Gastos que deben pagar los presidentes
Las ventajas de ser presidente de Estados Unidos son del todo conocidas: un importante salario anual que asciende a 400 mil euros, viajar en el Air Force One o la limusina Cadillac One, fabricada exclusivamente para los viajes del máximo mandatario estadounidense. Sin embargo, los presidentes deben cubrir el costo de algunos bienes y servicios.
Así, por ejemplo, aunque la Casa Blanca cuenta con su propio chef, los presidentes y sus familias deben pagar su propia comida, según reveló Michelle Obama en el programa de televisión de Jimmy Kimmel Live en 2028: "Es un poco chocante, porque nadie te dice estas cosas", le dijo a Kimmel. Aunque la entonces primera dama cree que la regla es justa, "El alquiler es gratis, el personal es gratis; no deberíamos estar aprovechándonos de los contribuyentes", dijo.
Además, las cosas que se compran para la casa deben pagarlas de su bolsillo: no deben pagar los servicios públicos ni la hipoteca, "por lo que es más que justo que paguen por los artículos personales como todos los hogares estadounidenses", escribía Bush en sus memorias.
Además, si el presidente o la primera dama quieren llevar ropa de diseño, deben pagarla ellos mismos, según explica a Reader's Digest Katie Vigilante, profesora titular de ciencias políticas en el Oxford College de la Universidad Emory. Aunque en todo esto hay una excepción: los diseñadores pueden regalarles prendas a los presidentes y a las primeras damas, pero deben donarse después de usarlos una vez.
Por otra parte, las vacaciones familiares de los presidentes tienen que pagarlas ellos mismos: además del alojamiento, tienen que pagar la comida y los gastos imprevistos durante su escapada, según informó el Washington Post. Sin embargo, sí tienen cubiertos los costes de seguridad y el viaje de ida y vuelta.