Fango sobre el barro

Un mes duró aquello de la pandemia sacará lo mejor de nosotros. No tardó en supurar bilis, rabia y conspiraciones a la vuelta de cada esquina. En la devastada Valencia, el espíritu apenas ha durado cuatro o cinco días antes de que el fango haya ocultado el barro. De la reacción política nada puede sorprender ya: ni siquiera semejante desastre mereció una simple llamada entre los dos líderes principales, una foto de unión o algo parecido. Tampoco sorprende ya que la vergonzosa cadena de incompetencias –sean del color político que sean– no haya provocado una sola dimisión. Y de esta forma, mientras los voluntarios despejan las calles de barro para que la vida se abra paso, los políticos lo vuelcan en la casa del vecino.

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