En las tragedias y las crisis en general, la gente se retrata. Cuando estás en lo más bajo, es cuando ves cómo actúa el entorno, si se quedan a recoger los pedazos o si, por el contrario, desaparecen. En esta gestión de la DANA, lo han hecho la clase política, los medios de comunicación y la ciudadanía. Los políticos hablando de culpas con los muertos todavía en el fango. Por cierto, ahora que ya se conoce la cronología de los hechos, hay que decir que no todos son iguales y han actuado de la misma forma.
Quizá el orden los factores no altere el producto, porque la cifra de muertos y las dimensiones de la tragedia son las mismas, pero sí altera la depuración de responsabilidades. En primer lugar, la Generalitat con un Mazón al frente, incapaz, irresponsable y ahora, además, tirando balones fuera. Y, en segundo lugar, un Estado, que dejó hacer, siendo consciente de la incapacidad del Gobierno autonómico.
Otros que se han retratado son los medios, desplegando a presentadores y presentadoras, que, por un rato, se quitaban el maquillaje y se ponían unas botas, como si el hábito hiciese al monje, en una especie de "vive la experiencia", para volver enseguida a la mesa y al calor de la moqueta, dejando, entonces sí, a los reporteros que durante todo el año cuentan las noticias bajo las inclemencias del tiempo y la dureza de la calle. El mismo postureo que han practicado los influencers y algunas personas acudiendo a la zona a practicar el llamado "turismo del desastre" para enmarcar su solidaridad, empaquetarla en una foto y enviarla al mundo a través de las redes.
Ese es el verdadero fango de nuestros tiempos, el que, si no limpiamos a fondo, seguirá ensuciándolo todo.