Joan Manuel Serrat despierta estos días feliz en Oviedo con el sonido de las gaitas que envuelven el ambiente festivo del Principado con motivo de la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Él es uno de los premiados en esta ocasión. Sobran los motivos para tan merecido galardón, pero no está de mas recordar algunos de los que señalaron los miembros del jurado que le otorgaron el Premio Princesa de Asturias de las Artes, que destacaron su carácter conciliador y respetuoso con las dos lenguas, el catalán y el castellano, que le han servido de vínculo para hacer llegar las letras de sus canciones a diferentes generaciones y su defensa de la libertad y la tolerancia.
Nos enseñó a considerar como nuestro su Mediterráneo, y muchos aprendimos de sus "palabras de amor sencillas y tiernas" que llenaron aquellos años en los que los grandes poetas sonaron con su voz y su música. Una larga carrera llena de éxitos que él decidió terminar hace dos años.
Retirado de los escenarios, que no de la música y de la vida, sigue componiendo y escribiendo, sin apremios ni compromisos, "cuando se lo pide el cuerpo". No está anclado en el ayer ni es ajeno a los problemas de hoy que le inquietan. Confesaba estos días que vivía una deseada etapa de calma para encontrarse a sí mismo y aprovechar el tiempo que pueda quedarle. Eterno Serrat.