Un estudio de 2020 a disposición de Defensa ya alertaba del riesgo de inundación en las zonas devastadas por la DANA de Valencia

Un estudio publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), dependiente del Ministerio de Defensa, identificó hace cuatro años la zona de Xirivella-Catarroja, en Valencia, como una de las 14 áreas costeras con mayor riesgo de inundación, así como al interior de esta provincia como uno de los escenarios más probables de inundaciones súbitas -"flash flood"- tal y como las que se registraron en la DANA del pasado 29 de octubre.

En 2020, el IEEE publicó un estudio titulado Las inundaciones en España: un problema que sube de nivel que alertaba de la vulnerabilidad del país a riadas como las de la semana pasada en Valencia, tanto en su interior como en sus zonas costeras, debido a crecidas y desbordamientos de ríos o a tormentas marinas.

Casi dos semanas después de la DANA que arrasó Valencia, en las páginas de este documento se encuentran varias pistas identificadas años atrás. Por una parte, la ubicación de las 14 zonas de mayor riesgo de inundación "o puntos clientes detectados", entre las que figura Xirivella-Catarroja, donde se podía pronosticar que 9,42 hectáreas podían quedar anegadas por fenómenos de inundaciones en un periodo de 10 años, 81,3 hectáreas en un periodo de 50; 114,7 hectáreas en uno de 100, y, finalmente, 176,78 en un periodo de 500, el retorno máximo que calculan las mediciones oficiales que hace referencia a los fenómenos que son más infrecuentes pero también "más intensos".

Por otra parte, se ponía negro sobre blanco algo que también sucedió en Valencia, donde en esta ocasión las poblaciones más afectadas han sido de interior y con avenidas de agua que las anegaron en cuestión de minutos. "En la vertiente mediterránea, se observan numerosas zonas en riesgo, generalmente concentradas cerca de la costa o entorno a los cauces de ríos de cierta entidad", de el informe, que alude en concreto al Turia y al Segura. "Esto se corresponde con la dinámica más típica de esta zona, precipitaciones de intensidades fuertes o torrenciales y copiosas, que causan importantes crecidas de torrentes que suelen estar secos el resto del año", tal y como sucedió con el barranco del Poyo.

"Las zonas de interior suelen presentar riesgos asociados a inundaciones por tormentas intensas y localizadas. Son, por tanto, inundaciones del tipo 'flash flood', aunque pueden también darse inundaciones tras varios días de lluvias copiosas que saturan los suelos", se lee en el informe.

Meteorología, urbanización y falta de información

Cuatro años antes de la DANA desastrosa del 29 de octubre, el documento repasa algunas de las mayores inundaciones más graves en España, como la Riada del Vallés, en Cataluña en 1962, la "Pantanada de Tous" de 1982, las riadas de Bilbao de 1983, la de Biescas en 1996, las lluvias torrenciales de Badajoz de 1997 o la DANA que golpeó a Alicante y Murcia en 2019. Todos ellos presenta, indica el texto, "tres características principales" que se unen "a la falta de gestión": el "riesgo meteorológico", la ocupación de terrenos inundables y la "falta de información adecuada y de una forma precautoria a los posibles afectados como mecanismo de autodefensa".

En ellos intervenían como "factores" clave el cambio climático, una construcción "descontrolada" y una orografía con grandes diferencias de terreno en "escasos kilómetro". "Esta suma de factores permite que exista un riesgo importante de inundaciones muy rápidas y violentas si se dan las condiciones meteorológicas adecuadas", señalaban sus autores.

En este escenario, hace cuatro años planteaban como "medidas de futuro", como "la limitación urgente y necesaria de las concesiones de edificación en áreas consideradas de riesgo, así como la recalificación de estos terrenos a categorías que no permitieran su edificación", así como "limitar el desarrollo" de un modelo de urbanización de costa para fomentar el turismo.

Reconociendo que quizá eran medidas "más drásticas pero más efectivas", el informe considera que "lo más adecuado sería el desplazamiento de los núcleos urbanos a zonas de menor riesgo" o crear una etiqueta específica para clasificar cada uno de los edificios en función de su riesgo de inundación, de manera similar a la gama de colores que determina la eficiencia energética de los electrodomésticos. Uno de los autores del informe y director del Observatorio de la Sostenibilidad, Fernando Prieto, lo defiende hoy en día, a pesar de que "en España nadie la ha puesto" y que "de momento no existe",.

Entre otras medidas, el informe reclamaba también una "adecuada comunicación de los riegos a la población directamente implicada", con alertas tempranas y previsiones "a muy corto plazo"; "mayor dotación de recursos técnicos, económicos y humanos" para las unidades dedicadas a intervención en situaciones de inundación; "educación y formación para que los ciudadanos sepan cómo actuar y no arriesguen sus vidas de forma necesaria o negligentemente", y "medidas de carácter ambiental" para mitigar los efectos de las eventuales inundaciones, como reforestar y renaturalizar cauces para que los picos de los arroyos fueran menos intensos.

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