El centro de coordinación que opera en la zona afectada por la devastadora DANA de Valencia, el Cecopi, ha anunciado este jueves la incorporación de equipos georradares a las labores de emergencia para intensificar la búsqueda de personas que pudieran haber quedado sepultadas por el lodo en el terreno.
Los georradares los ha cedido el Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias (Cenem) y se utilizarán en la rambla del Poyo, en la zona del río Magro, en la desembocadura del Turia y en la Albufera. Analizarán el volumen de lodo acumulado y rastrearán la posible presencia de vehículos, palmo a palmo", señaló Rosa Touris, miembro del Cecopi.
"Un georradar es un equipo electromagnético que emite ondas por impulsos, que se van propagando para detectar y reflejar la discontinuidad de material", explica Mercedes Solla, profesora investigadora de la Universidad de Vigo y experta en técnica de georradares. "Si hay un cambio de tierra a agua, de una cavidad, a aire, esas interfaces las detectaría. Cuanto mayor sea el contraste dieléctrico, más eficaz. Detecta cualquier material".
El geólogo experto en catástrofes a Antonio Aretxabala, lo describe así: "Es como un cortacésped que se va arrastrando y emite ondas por impulsos a una profundidad de varios metros y con el rebote que recoge te hace un dibujo en el ordenador. Está ya muy probado. Puede dibujarte algo parecido a un cuerpo", considera.
Ambos expertos dicen que existen distintos modelos de georradar que detectan la diferente compactación del terreno según su precisión y su utilidad final, y ambos consideran que esta técnica puede ayudar a localizar a las víctimas desaparecidas bajo el lodazal de la terrible riada.
"Un georradar es capaz de detectar cuerpos humanos por comparación de su densidad con la del agua o de la tierra", dice Aretxabala. La profesora Solla añade que "si es un cuerpo reciente puede dar éxito de detección, porque es un volumen grande".
Esta forma de prospección geofísica "que se asemejaría a usar rayos X sobre el terreno", según Aretxabala, la utilizan numerosos profesionales en España, desde ingenieros y arquitectos, a agrónomos, geólogos, geofísicos, forestales y criminólogos.
Las fuerzas de seguridad del Estado, Policía y Guardia Civil, se van a encargar de usar los georradares de Valencia. Ambos cuerpos llevan años utilizándolos para esclarecer delitos. Un juez autorizó su empleo para buscar restos de María José Arcos en las fincas propiedad del hombre detenido por su muerte, en Galicia. Antes se utilizaron también para buscar a Publio Cordón, a Marta del Castillo y, en varias ocasiones, para tratar de localizar fosas de la Guerra Civil.
El grupo operativo de intervenciones técnicas de la Policía, el Goit, ya está utilizando georradares, además de miniexcavadoras y otras maquinarias pesadas en la zona afectada de la DANA, concretamente en Paterna. El grupo que se dedica a la apertura de zulos y desmantelamiento de vehículos, embarcaciones, aviones o cualquier objeto vinculado a un delito, servirá de apoyo a las tareas más difíciles.
La profesora Solla, cuya investigación actual está principalmente enfocada al empleo del georradar o radar de subsuelo aplicado a ingeniería civil y arqueología, explica que a medida que pasa el tiempo y con la descomposición de los cuerpos la efectividad disminuye. De hecho, cuando se trata de una búsqueda de fosas comunes de la Guerra Civil "ahí lo que se busca es la zanja, el enterramiento, no tanto el cuerpo, porque los huesos son como una raíz o una piedra", explica Solla.
Según esta profesora, el técnico que maneja el georradar es capaz de obtener en tiempo real información "del terreno y sus cambios, normalmente en 2d, aunque hay equipos nuevos, con mejores procesadores, capaces de suministrar información en 3 dimensiones".
Solla cree recomendable esta técnica para la búsqueda de personas sepultadas bajo el lodo en Valencia. "Todo lo que ayude a buscar víctimas, bienvenido sea", dice, aunque augura que no será una tarea fácil. "Hablamos de un medio heterogéneo, con mucha agua, lo que retardará la propagación de las ondas, con lo que se perderá capacidad de resolución. Es más, no solo habrá gente, sino otros restos y objetos que podrían hacer más difícil discriminar una persona de, por ejemplo, un coche".
La experta cree, sin embargo, que "a una profundidad de tres o cuatro metros se debería de ser capaz de encontrar los cuerpos". Más abajo será más complicado. Un georradar, dice, puede llegar a una profundidad de 10 metros, dependiendo de las frecuencias empleadas, pero a más profundidad es también menor la resolución.
La técnica del georradar es relativamente nueva, los primeros sistemas se vendieron en el año 1985, pero se ha desarrollado con rapidez. Hay modelos con capacidad de detectar los movimientos y la respiración de las víctimas. Equipos de respuesta a emergencias de algunos países los utilizan para detectar a personas vivas y enterradas en edificios que colapsan, en deslizamientos de tierra y en escombros por avalancha. "En países como Canadá, usan georradar para buscar personas en avalanchas de nieve", informa la profesora Solla.