El cambio de año es para muchos más que un simple acontecimiento. Para algunos es una oportunidad de empezar de nuevo; para otros, de continuar con su vida pero enfrentándose a esas cuentas pendientes que ha dejado en el curso anterior.
Los propósitos de Año Nuevo llevan tiempo siendo un clásico entre los clásicos. La sociedad aprovecha este hito para marcarse unos objetivos... que la mayoría no cumple. Un estudio de la Universidad de Scranton revela que apenas un 8% de la población lo hace. La realidad es que uno quiere perder peso, pero no perdona las cervecitas del sábado; que quiere dejar de fumar, pero mejor después del verano.
Los psicólogos coinciden en que el problema de esta inconsistencia radica, por un lado, en un error de planteamiento y, por otro, en una falta de honestidad con uno mismo.
"Tenemos que definir muy bien los objetivos, no podemos ir de lo general a lo concreto, sino directamente a lo concreto. No puede ser: 'Este año voy a perder peso'. No. Hay que especificarlo: ¿Cómo lo voy a hacer?, ¿cuánto voy a perder cada semana? Pues mira: 'Para junio quiero haber perdido 5 kilos kilos. Pues, entonces, voy a ir a un kilo por mes", explica a 20minutos Carolina Marín, psicóloga experta en terapia de pareja y familia.
La preparación, dice Marín, es esencial, como también lo es no perder la noción de la realidad y reconocer que, tal vez, hay objetivos que uno no puede conseguir sin ayuda. "Hay que hacerse muchas preguntas, por ejemplo: '¿Qué necesito yo para cumplir ese objetivo?, ¿realmente voy a poder conseguirlo yo solo o necesito recurrir a alguien?", cuenta la psicóloga.
Huir del "tengo que"
Ser realistas con lo que uno puede llegar a conseguir es otro de los requisitos que hay que cumplir en el proceso. Las palabras que uno escoge para plantear su objetivo son importantes y reveladoras.
"Yo tengo ahora muchos pacientes que me dicen 'quiero dejar de fumar este año'. Cuando les pregunto por qué, me contestan que es que tienen que dejar de fumar. Así no lo vas a conseguir nunca. Cuando tú dices 'tengo que dejar de fumar', la responsabilidad de dejar de fumar la pones fuera de ti. Cuando dices 'quiero' estás asumiéndola, y ahí hay mayor probabilidad de éxito", relata Marín.
Un propósito no puede implicar sufrimiento
Otro aspecto a tener en cuenta, también relacionado con el ejercicio de honestidad que hay que llevar a cabo con uno mismo, es que la consecución de un propósito, aunque, por supuesto, implique un gran esfuerzo, no puede ocasionar sufrimiento. Así, un objetivo hay que verlo "desde el beneficio".
"Si para ti, por ejemplo, hacer deporte es un sufrimiento, no vas a conseguir nada porque vas contra natura, estás eligiendo sufrir. De nuevo aparece el problema del planteamiento. No puedes proponerte desde el principio ir al gimnasio cinco días a la semana", explica Marín.
Un ejemplo: una persona sin preparación física y que no está habituado a hacer deporte se ha planteado hacer este año una maratón y, para ello, ha comenzado a salir a correr. "Error. Va a desistir. ¿Por qué? Porque es un objetivo poco claro, no determinado en el tiempo y que le va a hacer sufrir. Porque se va a poner a correr y va a comprobar que no va a poder. Tiene que elegir un objetivo pequeñito, como empezar a salir a andar. Tiene que decir 'voy a empezar a preparar mi cuerpo durante un mes. Todos los días voy a salir media hora y, poco a poco, le añado 5 minutos más", subraya la psicóloga.
Todo, para lograr un objetivo incluso mayor que el propio propósito: que el camino hacia su consecución no sea tortuoso, frustrante y que, por tanto, aumente nuestros niveles de ansiedad.