¿Da más miedo la película 'slasher' de Winnie the Pooh o las posibles enfermedades de sus personajes?

Mi entrada en la treintena ha activado el gen de "mi infancia era mejor que la de los chavales de hoy en día". Siento una gran nostalgia de momentos como llegar a casa, sentarme en el sofá y encender la tele para ver qué había en los pocos canales que se sintonizaban en el momento. Si tenía que elegir, lógicamente, escogía dibujos animados. Me daba igual cuales mientras me dejasen obnubilado mirando la pantalla. Zapeando mando en mano, una de las series que me solía encontrar era la del oso amarillo obsesionado con la miel y con un carácter desenfadado y afable. El recuerdo de Winnie The Pooh y sus amigos Piglet, Tigger, Ígor (Eeyore), Conejo y el sabio Búho en el bosque de los Cien Acres tiene sus raíces muy arraigadas en mi recuerdo. Y, bueno, en muchas otras tantas personas también. Tanto que de la misma manera que a mí me inspira una idea para un artículo, en otras mentes invoca una película de terror.

En 2023 se estrenó la película Winnie the pooh: Miel y Sangre, cuya sinopsis se basa en que Pooh y Piglet se convierten en psicópatas porque Christopher Robin, el mejor amigo de Pooh, les abandona; y ahora llega su segunda parte Winnie the Pooh, miel y sangre 2 que seguirá la misma senda que la primera película. En la serie animada hay diversión y aventuras endulzadas que ensalzan los momentos cotidianos y la amistad, pero esta segunda entrega va a provocar justo lo contrario que el Pooh animado, apartar la mirada de la pantalla.

Estoy pecando de un pelín de hipocresía. Mi sensación al escuchar Winnie The Pooh es de regocijo y ánimo, pero internet durante tantos años se ha encargado de resquebrajar un poco esa buena imagen. Las dos caras de la misma moneda a la hora de estar sobreinformado es que tienes acceso a una cantidad inmensa de conocimiento que quieres… Y que no quieres. Algo que nos gusta más que disfrutar al ser humano es ir más allá; ahondar y sacar punta. Es bien sabido que muchas personas se han percatado que los personajes de Winnie The Pooh son muy, pero que muy dispares entre ellos. Si dices “simpaticón” piensas en pooh, si dices “miedoso”, Piglet y si dices “hiperactivo a más no poder”, está Tigger. Pero no se queda ahí. Esa es la superficie. No son cualidades al uso, si no rasgos que se pueden catalogar como enfermedades.

Los personajes analizados médicamente

Los personajes creados por A.A. Milne en 1926 son un icono cultural que, con su ternura y sabiduría, sigue enseñándonos a mirar el mundo con ojos de niño, a detenernos a disfrutar de las pequeñas cosas y, sobre todo, a cuidar a nuestros amigos, pero también puede servir para identificar patologías que muchas teorías en internet han ido haciendo más plausibles con los años.

Muchísimas personas por todo el mundo han percibido conductas o síntomas de alguna que otra enfermedad en los personajes de Winnie the Pooh, pero teniendo ojo crítico, el mejor recopilatorio de éstas se da en este breve estudio del año 2000 donde se habla sobre una perspectiva del neurodesarrollo del autor A.A. Milne; y qué mejor que visualizar cada una de sus creaciones una por una.

Winnie The Pooh

Este oso es la reencarnación del concepto de comorbilidad, es decir, la presencia de una o más enfermedades en alguien, aunque lo más llamativo es su TDAH. Se debate si Pooh también podría demostrar impulsividad significativa, como lo demuestra, por ejemplo, su mal pensado intento de conseguir miel disfrazándose de nube de lluvia.

Sin embargo, esto refleja más su deterioro cognitivo comórbido, agravado por una fijación obsesiva con la miel. Esto último, por supuesto, también ha contribuido a su importante obesidad. La perseverancia de Pooh en la comida puede deberse a un trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Es más, dada su coexistencia de TDAH y TOC, los analistas en el estudio se preguntan si Pooh podría presentar con el tiempo el síndrome de Tourette. La verdad, no sería muy bueno estar cerca de Christopher con esos brotes.

Además se describe claramente que Pooh tiene muy poco cerebro. Sin embargo, no se puede diagnosticar con seguridad una microcefalia, ya que no se sabe si existen normas para la circunferencia de la cabeza del oso pardo. La causa del escaso crecimiento cerebral de Pooh puede encontrarse en los propios cuentos. Bueno, en algún capítulo también se ve como le están arrastrando escaleras abajo y la parte de atrás de su cabeza va rebotando contra los escalones. Cada impacto, lo que es ayudar, no ayuda. Resumiendo, consideran que Pooh necesita intervención e incluso medicación para poder ser más funcional.

Piglet el cerdito

Pobre, ansioso, sonrojado y nervioso cerdito. Claramente sufre de un Trastorno de Ansiedad Generalizada. Si se le hubiera evaluado adecuadamente y diagnosticado su enfermedad cuando era pequeño, se le podría haber administrado un agente antipánico, como la paroxetina, y se le habría salvado del trauma emocional que experimentó al intentar atrapar a los heffalumps, unos elefantes de las historias de A.A.Milne. En realidad el análisis de Piglet es escueto, porque el principal problema, tanto para Pooh como para Piglet, es su vecino, el burro Ígor.

Ígor, el burro

Pooh y Piglet corren el riesgo de sufrir daños adicionales en su autoestima debido a la distimia crónica de Ígor. La verdad es que era aparecer este animal en pantalla y te nublaba el alma con su depresiva actitud.

En el estudio no disponen de suficientes antecedentes para diagnosticar si se trata de una depresión endógena heredada o para saber si algún trauma temprano contribuyó a su negativismo crónico, su baja energía y su anhedonia (incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades). Ígor se beneficiaría mucho de un antidepresivo, quizás combinado con terapia individual.

Búho… el búho

Como llamar a un perro Perro o a un gato Gato, sabes perfectamente que si llamas a un búho Búho no vas a fallar en reconocerlo. El grupo de neurodesarrollo del estudio está de acuerdo sobre este personaje: obviamente brillante, pero disléxico. Sus conmovedores intentos de encubrir sus déficits fonológicos son similares a los que se ven día tras día en otras personas tan afectadas. Ojalá se hubiera detectado pronto y hubiera recibido un apoyo más intensivo.

Rito, el bebé canguro

Preocupa especialmente el bebé Rito para los analistas. No es su impulsividad o hiperactividad lo que preocupa, ya que seguramente se deba a que es propio de su edad. Preocupa el entorno en el que se está desarrollando. Rito está creciendo en un hogar monoparental, lo que le expone a un alto riesgo de tener peores resultados. Los analistas predicen que algún día Rito pueda ser un delincuente, hastiado y adolescente pasando el rato a altas horas de la noche en lo alto del bosque, con el suelo lleno de botellas rotas de extracto de malta y colillas de cardos ahumados. Esta podría ser su realidad, en parte por una segunda cuestión. El mejor amigo de Rito es Tigger, que no es un buen modelo a seguir. La influencia de los compañeros influye mucho.

Tigger, el tigre

Tigger es gregario y afectuoso, pero tiene un patrón recurrente de conductas de riesgo. Por ejemplo, la vez que tuvo una impulsiva degustación de sustancias desconocidas cuando llega por primera vez al Bosque de los Cien Acres. A la menor provocación, prueba la miel, los granos de heno e incluso los cardos. Tigger no tiene ni idea del resultado potencial de sus experimentos. Más tarde se le ve trepando a altos árboles y actuando de una forma que sólo puede describirse como socialmente intrusiva; e incluso lleva a Rito a situaciones peligrosas.

El grupo clínico muestra que ha tenido su propio debate sobre cuál sería la mejor medicación para Tigger. Algunos han argumentado que su comportamiento, en un contexto de evidente hiperactividad e impulsividad, sugeriría la necesidad de medicación estimulante. Otros se han preguntado si la clonidina, medicamento que permite reducir la frecuencia cardíaca, podría ser útil, o tal vez una combinación de ambos. Desgraciadamente, no pudieron responder a esta pregunta tan científicamente como les hubiera gustado porque sólo encontraron estudios en humanos en la bibliografía.

Cangu, la mamá canguro

Aunque se pudiera ayudar a Tigger, seguiría habiendo el problema de que Rito crece con una madre soltera. Esto puede ser bueno o malo, ya que puede que Cangu sea una de esas madres solteras excepcionales que muestran una resistencia natural y una gran capacidad… O debido a las influencias de terceras personas, bueno, animales, se vea sobrepasada por un hijo que no la respeta. Su situación está sujeta a demasiada elucubración.

Conejo, que es, sorpresa, un conejo

Es extraordinariamente engreído y posee una extraña creencia de que tiene muchos parientes (muchos de otras especies) y amigos. Parece tener una necesidad imperiosa de organizar a los demás, a menudo en contra de su voluntad, en nuevas agrupaciones, con él siempre en la cima de la estructura jerárquica.

El niño, Christopher Robin

Por último, el protagonista humano. Se cree que no ha mostrado ninguna afección diagnosticable hasta el momento, pero preocupan varias cuestiones. Está el problema obvio de la ausencia total de supervisión paterna, por no mencionar el hecho de que este niño se pasa el tiempo hablando con animales. También se observan en las historias signos tempranos de dificultad con los estudios y creen que las ilustraciones de E.H. Shepard sugiere posibles problemas futuros de identidad de género para este niño.

A continuación se recapitulan en una tabla todos los posibles diagnósticos de los personajes de Winnie The Pooh:

Usando este estudio como referencia se han obtenido estos resultados pero, preguntando a otro amigo y compañero psicólogo (y fan de Winnie The Pooh) Aitor Renteria, me ha comentado, por ejemplo, que al conejo le catalogaría más como TOC que como desorden narcisista de la personalidad. Lo más seguro es que algunos profesionales estén de acuerdo en unos aspectos y en desacuerdo con otros, llegando cada uno a diferentes interpretaciones. Personalmente, considero que catalogar las familias monoparentales como una posible causa de enfermedad puede ser polémico y, para poder ver desde otro prisma este análisis, convendría revisar un estudio más actual ya que de éste han pasado 24 años.

El oso amarillo y sus amigos nos entretuvieron mucho en nuestra niñez, pero esa influencia puede derivar, curiosamente, en un primer atisbo de diagnóstico de enfermedades y la posibilidad de identificar sus rasgos más cualitativos para todos aquellos que no dispongamos de conocimientos médicos. O también es posible que desemboque en películas de miedo donde estas enfermedades pueden quedarse en segundo plano. Quién sabe, es posible que al juntar el mundo animado infantil con el de miedo para +18 sea doblemente bueno, o mejor dicho con una frase idónea para Winnie The Pooh, miel sobre hojuelas.

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