En un momento donde el bulo queda impune, donde la persona que desmiente el bulo se investiga, donde algunos ven en una desgracia una oportunidad para su expansión en redes; en un momento en el que en prime time un programa de televisión alude a un bulo para supuestamente desmentir otro, y en el que el principal partido de la oposición premia a los generadores de bulos y de crispación, debemos hacer un ejercicio de responsabilidad colectiva.
Porque en ello nos va el propio sistema democrático. Hemos podido ver, por desgracia, gobiernos y presidentes elegidos democráticamente caer por prácticas que dejan mucho que desear en una óptica democrática. Este es el caso de Portugal, donde una "confusión" en una investigación provocó la dimisión del primer ministro Costa.
En nuestro país, el uso desmedido del "calumnia, que algo queda" intenta crear una falsa realidad social en la que se combinan la supuesta ilegitimidad del gobierno con una presunta parálisis institucional. En definitiva, un intento de conseguir por vías discutibles lo que la derecha y extrema derecha no consiguieron por vías democráticas.
Por lealtad a la democracia, tenemos la responsabilidad de explicar y defender la realidad objetiva, que no es otra que las 21 leyes aprobadas esta legislatura, una nueva reforma fiscal que refuerza el estado del bienestar, la consolidación de medidas para favorecer el acceso a la vivienda, la modernización de la Justicia o el crecimiento de nuestra economía por encima de las expectativas.
Porque la mejor manera de combatir los bulos y el intento de ensuciar la realidad es seguir trabajando y aprobando medidas que mejoren la vida de los y las ciudadanas, y que estas, se vean reflejadas, también, en su día a día.