Pescado salvaje o de acuicultura: esta es la opción más saludable según los expertos

El pescado representa una parte fundamental de lo que hace la dieta mediterránea propia de España tan saludable, a pesar de que la escalada de precios amenaza con alejarlo cada día más del consumidor promedio. En este contexto, es probable que nos inclinemos por ejemplares procedentes de acuicultura, a menudo más baratos que sus contrapartes salvajes, sin necesariamente tener en cuenta las implicaciones para nuestra salud.

En cualquier caso, el pescado constituye una fuente proteica ideal, con todos los aminoácidos que nuestro cuerpo necesita en proporciones saludables y con una elevada digestibilidad, lo que lo hace especialmente indicado para la infancia y las personas de edad avanzada. Nos proporciona además otra serie de componentes beneficiosos, como las grasas saludables; por ello, es importante no dejar de incluirlo en nuestra alimentación, aunque ello signifique adaptarnos a las posibilidades de nuestro poder adquisitivo.

Las propiedades nutricionales del pescado

Como destacan los profesores de la Universidad del País Vasco Iñaki Milton Laskibar, Alfredo Fernández-Quintela, Bárbara Nieva Echevarría, Encarnación Goicoechea Osés, Laura Isabel Arellano García y María Puy Portillo en un artículo publicado en el medio divulgativo The Conversation, el pescado tanto marino como de agua dulce tiene un contenido proteico del 15 al 20% (similar a los animales terrestres). Los llamados pescados blancos (merluza, rape, gallo) tienen un menor contenido lipídico y los azules (anchoas, sardinas, salmón) tienen más grasa, aunque se trata en su mayoría (dos tercios del total) de lípidos insaturados saludables, en proporciones mucho más elevadas que los que proporciona la carne.

Así, entre los lípidos presentes en el pescado destacan los ácidos grasos poliinsaturados (AGP), que llegan a suponer hasta un 45% del total: entre ellos los principales son el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentaenoico (EPA), famosos por ser ácidos grasos omega-3. Estas sustancias son las responsables de los beneficios cardiovasculares asociados a la ingesta de pescado azul.

En términos generales, se recomienda tratar de consumir de tres a cuatro raciones de pescado a la semana, variando entre especies magras (pescados blancos) y grasas (pescados azules) para asegurar esos efectos cardioprotectores y además la ingesta de nutrientes como las vitaminas Ay D o los minerales yodo, selenio y calcio.

Diferente contenido en grasas

Ahora bien, teniendo esto en cuenta, estos autores señalan que existen variaciones importantes a nivel nutricional entre el pescado salvaje y el de acuicultura, que afectan precisamente a esos lípidos saludables tan importantes en el pescado.

Si lo pensamos bien, la alimentación del pescado de acuicultura se orienta a lograr el mayor aumento de peso en el menor tiempo posible. Para ello se emplean piensos elaborados principalmente a base de harina y aceite de pescado (aunque en la actualidad estos ingredientes están siendo sustituidos cada vez más por otros de origen vegetal). En último término, esto resulta en que el contenido lipídico de los ejemplares de acuicultura es superior al de los ejemplares salvajes, que deben buscar su propio alimento y en consecuencia este es más escaso y variado.

Los expertos apuntan también a que, en la misma especie, la proporción de AGP (ácidos grasos poliinsaturados) de la serie omega-3 es menor en los pescados de acuicultura, ya que su pienso es rico en AGP omega-6. Se ha llegado a observar, en salmones de acuicultura que los porcentajes de ácido linoleico (AGP omega-6) puede alcanzar a ser 20 veces más elevada que en salmones salvajes.

Estas características pueden provocar que el efecto cardioprotector del consumo de pescado sea menor cuando procede de acuicultura que cuando se trata de ejemplares salvajes, ya que el AGP omega-6 tiene efectos proinflamatorios.

¿Cuál consumir?

En última instancia, concluyen, desde un punto de vista nutricional sería más recomendable el consumo de pescado salvaje que el de acuicultura ya que en él la relación entre ácidos grasos omega-3 y omega-6 es mejor.

A pesar de eso, no debemos olvidar tampoco que debido a la contaminación de las aguas ciertas especies salvajes de gran tamaño (atún rojo, pez espada, tiburón) pueden contener niveles excesivos de mercurio. Por ello, es mejor moderar su consumo y directamente evitarlo en mujeres embarazadas o en lactancia, así como en niños de entre 0 y 10 años.

Lo esencial, en conclusión, es mantener la ingesta de pescado, y tratar de no alejarlo de nuestra dieta. Si además queremos intentar optar por pescado salvaje, dentro de nuestro poder adquisitivo, escoger especies de temporada y proximidad puede ayudar a hacerlo asequible a la mayoría de los bolsillos.

Referencias

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Iñaki Milton Laskibar, Alfredo Fernández-Quintela, Bárbara Nieva Echevarría, Encarnación Goicoechea Osés, Laura Isabel Arellano García y María Puy Portillo. Pescado salvaje o de acuicultura: ¿cuál es más recomendable? The Conversation (2024). Consultado online en https://theconversation.com/pescado-salvaje-o-de-acuicultura-cual-es-mas-recomendable-238594 el 15 de octubre de 2024.

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