El rey y la princesa Leonor han hecho gala de su complicidad en un 12 de octubre tempestuoso debido a las fuertes lluvias. Pese a que la heredera al trono cumple de manera impecable con su papel en las ceremonias, especialmente en las castrenses, se ha mostrado perfectamente conectada a su padre, quien ha ido perfeccionando su posición.
La marcialidad del rey le ha llevado a corregir discretamente a la princesa para recolocarse detrás de él en la retirada del acto de homenaje a los caídos. Con la misma discreción, la heredera del trono ha atendido rápidamente las instrucciones de su padre.
Más tarde se ha producido un momento de confusión en el palco real, en el que las autoridades han roto con sus posiciones para dialogar en una escena de la que parecía deducirse dudas sobre la conveniencia de interrumpir el desfile terrestre dada la virulencia de la lluvia. Sin embargo, tras esa breve confusión el monarca ha retomado su posición marcial ante el desfile terrestre. En aquellos minutos, la princesa y el rey se han cruzado unas palabras y unos gestos amables ante las cámaras.
Esta ha sido la única excepción en la que la familia real ha interactuado mientras desfilaba el ejército. Solo cuando se producían impasse en el desfile, tanto el rey como la princesa se permitían dialogar entre ellos o, al menos, retirar la mirada del Paseo de Recoletos. Asimismo, el monarca y su heredera han cruzado una breve y distendida conversación con la reina Letizia, que ha llegado a cobijarse en el extremo del palco para evitar la fuerte tormenta.
Una vez finalizado el desfile terrestre —el aéreo ha sido suspendido por el temporal— la familia real se ha dirigido a su residencia habitual en Madrid para continuar con la festividad. Como marca el protocolo, los reyes se han dirigido a Zarzuela en un coche diferente al de la princesa, que este año se estrena en la recepción en la que participarán hasta 2.000 invitados.
