El Consell quiere prolongar la vida útil de la central nuclear de Cofrentes más allá de lo que dicta el plan estatal: 2030. Cofrentes suministra un 45% de toda la energía que consume la Comunitat y no hay renovables suficientes capaces de sustituir a esta instalación en un futuro próximo. Y esto significa una energía más cara, tanto para empresas como particulares.
¿Cuál ha sido la respuesta de la oposición? Pues que este anuncio no es más que una cortina de humo de Carlos Mazón para desviar la atención de la condena de Eduardo Zaplana. Que, de seguir abierta, además, Cofrentes puede terminar como Fukushima. Ahí es nada.
La propuesta de Mazón tiene todo el sentido, pero no puede presentarse como energía nuclear o caos. Habrá algún punto medio, pienso yo. De igual manera, la oposición tendrá sus razones, si bien sus discursos en estos temas cada vez son más monolíticos y se presentan como una "transición ecológica y justa" o caos. La izquierda cada día es más dogmática.
Tampoco en esto habrá acuerdos entre los partidos, al igual que en inmigración o vivienda. Da la sensación de que se trabaja más en dividir que en generar consensos. Por ejemplo, es evidente que nos enfrentamos a un reto con la inmigración, pero la solución no puede ser la de abrir las puertas a todo el mundo o las deportaciones masivas y centros de internamiento, sean en el extranjero o en aeropuertos nacionales.
Lo mismo ocurre con el acceso a la vivienda que tantos titulares ofrece en uno y otro sentido. Nada se va a arreglar con más impuestos, topes, e indefensión de los propietarios, ni tampoco con laissez faire y desamparo de los inquilinos.
O lo mío o el caos, en estas estamos, por encima de cualquier tipo consenso, empatía o alteridad.
