El aumento disparado del precio de aceite de oliva tiene una de sus raíces en los efectos del cambio climático, que en los últimos años ha provocado sequías que han afectado al olivar y a la producción de aceitunas. Precisamente, el calentamiento global, que ya es una "evidencia", es uno de los ámbitos de estudio de Juan Antonio Polo, jefe de la Unidad de Tecnología y Medio Ambiente del Consejo Oleícola Internacional (COI) que entre el 26 y el 28 de junio celebrará en Madrid su congreso mundial, la cita más importante para los profesionales del aceite de oliva y el olivar de los países productores -desde la cuenca norte y sur del Mediterráneo y sus fachadas orientales y occidental pero también Argentina o Uruguay- de un cultivo milenario que ahora se ve zarandeado por el calentamiento global, que exige adaptar variantes y tecnologías para su cultivo.
Rodeado de los olivos originarios de los distintos países productores en el bosque a las puertas de la sede del COI en Madrid o más adelante, Polo evitar pronunciarse sobre la evolución de los precios del aceite, que relaciona con la sequía de los últimos años, aunque confiesa cierto "optimismo" de que la campaña de este año pueda ser mejor, después de la "primavera casi perfecta" de este año en España. Aunque su labor es otra y pasa, por ejemplo, por promover el olivar como el "más perfecto" captador de CO2 de la atmósfera o investigar las mejoras genéticas del olivar -con la reciente creación en Córdoba del primer banco de genoplasma-, reconoce que, "a pesar de todo", el consumidor se ha mantenido fiel al aceite de oliva, que con propiedades medicinales es "casi más que un alimento".