La ciencia lleva años intentando esclarecer los mecanismos conductuales que nos llevan a priorizar alimentos insanos frente a una dieta adecuada. Por supuesto hay factores socioeconómicos que determinan niveles de obesidad y sobrepeso, como recalca en sus informes la Organización Mundial de Salud (OMS), pero también hay mecanismos cerebrales que juegan su papel, tal y como ha constatado un estudio reciente.
Las calorías y el azúcar llaman nuestra atención en momentos de hambre y ansiedad. Como se dice coloquialmente, el cerebro nos engaña para dirigirnos hacia el azúcar, lo que se traduce en una sensación placentera pero fugaz para luego dar paso a cansancio, no a más energía. Similar proceso ocurre con las calorías: ultraprocesados, fast food... Nos llaman las texturas, los sabores fuertes, los colores y los olores, todo un arsenal de emociones que también provocan la saciedad instantánea.
La dopamina es la clave
La novedad de esta reciente investigación es que apunta como factor clave para este tipo de decisiones alimentarias incorrectas a la dopamina, un neurotransmisor cuya acción han estudiado a partir de grupos de pacientes con obesidad y de otros sometidos a cirugía bariátrica, un conjunto de técnicas que alteran la anatomía gastrointestinal para reducir la ingesta y la absorción de alimentos.
En términos conductuales, los factores clave a tener en cuenta serían dos operaciones en las que está implicado el cerebro: la motivación y el refuerzo. La motivación pone en marcha acciones en respuesta a estímulos sensoriales específicos para satisfacer necesidades diversas, como la alimentación o la hidratación. En segundo lugar, el refuerzo aumentará la probabilidad de repetir esa acción concreta en el futuro.
En un hallazgo científico también reciente, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) reveló que este neurotransmisor activa por separado la motivación y el refuerzo, procesos fundamentales para la supervivencia.
¿Se puede revertir este comportamiento?
Su hallazgo procede de una ingesta concreta de yogures por parte de los participantes, algunos con maltodextrina, un carbohidrato que añade calorías, y otros sin ella. Los consumieron de forma alterna y el equipo científico se sorprendió que los efectos de esta sustancia fue similar en los dos grupos, tanto los de personas obesas como no obesas.
Según este equipo científico, este ensayo puede responder positivamente a la pregunta sobre la posibilidad de revertir el comportamiento poco insano a la hora de decidir qué comida ingerimos. En concreto, sugieren que los cambios en el cerebro relacionados con la obesidad pueden ser revertidos con la cirugía bariátrica, teniendo más efecto sin embargo en la cantidad de comida que en el tipo de comida.
Referencias
Ribeiro, G., Fernandes, A.B., Oliveira, F.P.M., Duarte, J.S., Oliveira, M., Limbert, C., et al. (2024). Postingestive reward acts through behavioral reinforcement and is conserved in obesity and after bariatric surgery. PLoS Biol 22(12): e3002936. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.3002936