Los españoles 'expulsados' de Líbano por la guerra: "No quería irme, pero en Beirut cada noche era peor que la anterior"

Alberto López llegó a España en el primer avión fletado por el Ministerio de Defensa para evacuar a españoles del Líbano, hace dos semanas. No quería irse, pero no le quedó más remedio porque la intensidad de los bombardeos israelís iba en aumento y amenazaba ya a cualquier barrio de Beirut, la ciudad donde residía y trabajaba como profesor de español en la Universidad Saint-Joseph.

"Cada noche era peor que la anterior. Al final solo se escuchaban detonaciones por toda la ciudad y nos pasábamos las horas enviándonos mensajes con los amigos para ver si estábamos bien. Una noche, sobre las tres de la madrugada, me contactó una amiga para decirme que cerrara las ventanas porque estaban tirando fósforo blanco", explica a 20minutos desde Granada, donde se ha instalado provisionalmente a la espera de poder regresar al Líbano cuando la situación lo permita.

De momento, Alberto sigue dando clases a distancia a sus alumnos libaneses de la universidad y mantiene estrecho contacto con los muchos amigos que ha dejado en el país de los cedros: "Siento mucha pena por haber tenido que irme y a la vez miedo por toda la gente que se ha quedado. Israel está bombardeando el Líbano con total impunidad y cuando todos los extranjeros nos hayamos ido, no sé qué va a pasar. Lanzan bombas que no se perciben hasta que detonan. ¿Qué sentido tiene bombardear un país que no tiene defensa antiaérea?".

"Yo vivía en un barrio de mayoría cristiana de Beirut y de clase media alta, donde teóricamente era menos probable que bombardearan, pero ya no hay ningún barrio seguro en toda la ciudad porque el otro día también atacaron una zona cristiana", afirma Alberto, quien subraya que su casa tampoco queda demasiado lejos del barrio del Dahieh, considerado un feudo de Hezbolá por Israel y el más castigado por los bombardeos: "Desde mi casa puedes ir andando hasta el Dahieh, así que las explosiones se escuchaban perfectamente. Dicen que es un bastión de Hezbolá, pero realmente es un barrio residencial con edificios de muchas plantas en el que vive gente muy diversa y de toda afiliación política".

Lanzan bombas que no se perciben hasta que detonan. ¿Qué sentido tiene bombardear un país que no tiene defensa antiaérea?"

"Tengo amigos que vivían en el Dahieh y que se fueron del barrio, pero de vez en cuando tienen que volver a sus casas para coger ropa de invierno o lo que sea y me cuentan que está todo destrozado. Yo soy un enamorado del Líbano y me duele, pero no me puedo ni imaginar la sensación de ver así el barrio en el que te has criado y has vivido toda tu vida. Ver tanta destrucción es una carga mental muy fuerte, tiene que ser algo muy duro", relata.

"Los drones israelís disparan incluso a los gatos"

De lo apocalíptica que es la realidad del Dahieh también habla Marta Giménez, española que residió cinco años en el Líbano y que mantiene contacto con muchos amigos y conocidos que vivían en esa 'zona cero' de Beirut: "Todos los amigos que tenía en el Dahieh ya están desplazados porque han arrasado con todo, lo han dejado como Gaza. El Dahieh es ahora mismo un barrio vacío en el que solo quedan algunos edificios en pie. Las calles están llenas de drones israelís sobrevolando el terreno que detectan el movimiento y disparan contra cualquier cosa, incluso contra los gatos. La gente tiene miedo de ir de un sitio a otro porque esos drones han llegado a matar a gatos al detectar su movimiento".

Pero el miedo no solo se ha instalado en el Daieh. Marta coincide en que ya no hay barrio seguro en Beirut: "Al principio solo atacaban áreas de mayoría chiita, pero ahora están atacando también zonas suníes o áreas cristianas y drusas. Intentan atemorizar a toda la población, y a la vez están creando mucho odio y animadversión contra la población chiita".

"Están reavivando las luchas internas del país con una intencionalidad muy clara de dividir a la sociedad del Líbano. Lo que están haciendo es indigno porque no toda la población chiita apoya a Hezbolá que, no lo olvidemos, es también un partido político al que no solo votan chiitas, pues hay gente cristiana que les vota", añade.

"No se puede alquilar un piso en Beirut"

El profesor López incide en el clima de "miedo y tensión permanente" que se respiraba en Beirut los días previos a su evacuación: "La gente iba al trabajo y poco más. Yo mismo apenas salía de casa en los últimos días si no era necesario. Y si alguna vez fui a los barrios de más actividad, te dabas cuenta rápidamente de que el ambiente no era el mismo".

Los cafés y restaurantes se habían vaciado y la animada vida nocturna de la ciudad había desaparecido por completo: "Todo ha cambiado porque la situación no invita a salir ni a tomarte una cerveza con los amigos. Nadie con un mínimo de moral puede tener una vida normal. De hecho, hay discotecas que ahora están sirviendo de refugio para personas desplazadas".

López asegura que son muchos esos desplazados que han llegado a Beirut, sobre todo desde el sur del Líbano, y que malviven en las calles en condiciones precarias: "Hay colegios que se han convertido en campamentos de refugiados y en la zona del downtown o en La Corniche, que es el paseo marítimo, hay gente viviendo en tiendas de campaña improvisadas. Muchos ciudadanos se están movilizando para ofrecerles ayuda. Pero incluso aquellos desplazados que tienen medios económicos no pueden alquilar un piso porque los precios se han disparado ante el aumento de la demanda. El alquiler nunca ha sido fácil en Beirut, pero ahora el mercado está colapsado".

"Irme del Líbano no ha sido una decisión voluntaria"

Aunque pensó en quedarse hasta el último momento, Alberto asegura que para él fue "una línea roja" que el Ministerio de Exteriores activara el protocolo de evacuación: "Irme del Líbano no ha sido una decisión voluntaria, sino obligada por los acontecimientos. Cuando Exteriores te pide que abandones el país, pues es difícil decir que no".

"Nos convocaron a las 6.30 de la mañana en el aeropuerto internacional de Beirut. Creo que éramos unos 300 españoles y todo el procedimiento fue más o menos como en cualquier vuelo comercial, salvo porque había militares españoles y personal de la Embajada organizándolo todo. En el vuelo nos dieron un bocadillo y bebida, fue un viaje agradable", recuerda.

También subraya que al aterrizar en la base aérea de Torrejón de Ardoz les ofrecieron "la posibilidad de solicitar una ayuda económica" en caso de necesidad. En ese sentido, pone en valor el esfuerzo del Gobierno español para repatriar a sus nacionales: "No quiero ponerme patriótico, pero viendo los medios que han puesto a disposición de sus ciudadanos otras embajadas, te sientes afortunado por haber tenido un vuelo gratuito, con comida y con medios para desplazarte hasta Madrid al llegar a Torrejón. Los estadounidenses, por ejemplo, han tenido que pagar por los vuelos de repatriación y tenían ciertas limitaciones, mientras que el protocolo de evacuación español era para cualquier ciudadano español".

Zircon - This is a contributing Drupal Theme
Design by WeebPal.