El congreso federal del PSOE convocado para este fin de semana está perdiendo brillo por la explosión incontrolada de la bomba Lobato y el torpedo Aldama pero sus destrozos no impedirán la solemne consagración del sanchismo prevista en Sevilla. Mientras, el otro Congreso, el de los diputados, ha cerrado filas con Sánchez estos días tras ningunear la moción de censura propuesta por Feijóo y aprobar con el Gobierno una imposible reforma fiscal que abre la puerta a los Presupuestos. Partido y Parlamento siguen sosteniendo al presidente pese al más difícil todavía de cada uno de sus pasos.
Para desesperación del PP, su inagotable munición contra Moncloa continúa estrellándose con esos dos sólidos pilares en los que se apoya el presidente. Su liderazgo en el PSOE, lejos de agrietarse con conflictos tan indigeribles para sus cuadros y militancia como la amnistía o el pacto fiscal catalán, sigue fortaleciéndose internamente como tan nítidamente está comprobando el secretario general del PSOE madrileño, Juan Lobato, a un paso de la defenestración por un insólito acto de deslealtad y su tenue sanchismo.
Los socios parlamentarios continúan apostando por sostener al Gobierno como mal menor para sus intereses
Los socios parlamentarios, por su parte, pese a lo complejo de su aritmética, sus enfrentadas ideologías, eternas exigencias y mudables posiciones continúan apostando por sostener al Gobierno como mal menor para sus intereses. Y lo volvieron a demostrar con la aprobación de la reforma fiscal de la pasada semana tras la que muchos ya dan por encarrilados los Presupuestos del 2025 que permitirían aguantar la legislatura.
Las imprevisibles revelaciones de Víctor de Aldama y la evolución judicial del caso Koldo siguen siendo la peor amenaza para Sánchez y la mejor baza para Feijóo pero la designación este miércoles de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea también supondrá una seria derrota del gallego que continúa mostrando una preocupante soledad parlamentaria en sus apuestas, tanto en Madrid como en Estrasburgo. Y en el escenario del fin del bipartidismo las bazas son para quien sabe construir jugadas con diferentes cartas.