En la sede del Partido Popular han olido sangre cerca de la del PSOE y se han lanzado a la caza sin conocer aún si la herida tiene dimensiones letales. La posible imputación del exministro Ábalos, tras un informe de la UCO que le atribuye un "papel relevante" en la ‘trama Koldo’, concede a los de Feijóo un mayor recorrido a sus acusaciones de posible corrupción en el entorno del Gobierno aunque la sumarisíma expulsión de partido y grupo parlamentario, hace ya más de ocho meses, del antaño número dos de Sánchez también confiere a Moncloa cierta protección a la espera de cómo evolucione la investigación.

La desasosegada impaciencia que viene marcando la estrategia de Génova, sin embargo, ha llevado al PP a presentar inesperadamente una querella contra el PSOE por financiación ilegal basada únicamente en el testimonio del confidente anónimo de un medio digital que asegura haber llevado bolsas de dinero a Ferraz y del que no hay referencia alguna en ninguna de las pesquisas de la guardia civil.

"Sánchez y su débil Gobierno llevan sobreviviendo a indultos, amnistías, derrotas electorales y parlamentarias y socios escasamente fiables más tiempo del que la derecha política y mediática preveían"

Por improbable que sea, de acuerdo con la doctrina del Supremo, que impide admitir querellas en base a informaciones periodísticas si no aportan pruebas añadidas, la puerta abierta al inicio de una investigación judicial contra el PSOE sería un arma de ilimitadas dimensiones para Núñez Feijóo.

Sánchez y su débil Gobierno llevan sobreviviendo a indultos, amnistías, derrotas electorales y parlamentarias y socios escasamente fiables más tiempo del que la derecha política y mediática preveían soportar. El fantasma de la corrupción, que tan dolorosamente expulsó del poder al PP, podría tornarse ahora en su aliado con el impagable apoyo de algunos jueces. Véase el ‘caso Begoña’, que prevé alargarse meses en manos del juez Peinado.

Se abre, pues, un nuevo asalto en el combate por La Moncloa de duración indeterminada y desconocidas consecuencias. Mariano Rajoy perdió el suyo tras abrumadoras pruebas y sentencias. Esperemos que el actual cuente con árbitros solventes en la lona.