El boom inmobiliario ha dado paso a otro boom, el de los tiktokers inmobiliarios. Siempre nos ha gustado cotillear casas ajenas, nos gusta soñar con vidas en hogares idílicos. Pero lo que no esperábamos es el éxito de señores engominados acuñando palabras raras para vender por un millón de euros un zulo en Madrid. Y para eso hay que tener arte.
Nos quedamos ojipláticos observando su manera de comunicar. Nunca están quietos en imagen, la clave está en siempre moverse mucho en los vídeos para que la microcasa se sienta más grande. No es tarea fácil, pues mientras caminas, esquivando lámparas y muebles, también debes entonar la voz con aire chulesco. O decepcionarás expectativas de la alta alcurnia. O especuladores varios, ya que la mayor parte de estos pisos están pensados para ser colocados en "tu cartera de inversión". Así lo dulcifican los propios ladrillo-influencers.
Porque para trabajar en una inmobiliaria hay que manejar muy bien los eufemismos, que hacen la triste realidad más bonita y, a la vez, a veces, más perversa. Aunque no haya hueco para la cocina, ellos te plantan los fogones en el salón y dicen que es ideal para realizar "show cookings". Quién no hace a diario shows gastronómicos con público en su salón. Bueno, que en estos tiktoks no se llama salón: es "la zona social". Suena más fino. Y si la habitación es pequeña, pues te recomiendan tirar el tabique con el WC y, así, todo diáfano, surge una "mastersuite", que debe ser dormir en la bañera. Bañera "king size", eso sí. Para qué describir con "tamaño gigante" la ducha, si en España seguimos creyendo que somos más sofisticados diciéndolo en inglés. No vaya a ser que hablemos como el pueblo llano.
Aunque el español también es muy útil para un buen inmobiliario. Por ejemplo, que se pone en venta una casa en un sótano sin luz en el que encima el inquilino dará con su cabeza en el techo día sí y día también. Entonces, estamos ante "el piso más divertido de todo Madrid". Vístelo de la experiencia de scape room eterna. Y listo.
Al final, no sabemos si clicamos en estos vídeos porque necesitamos soñar o porque nos indignan. Lo que está claro es que estos TikToks están dejando un bonito retrato de cómo hemos llegado a tasar un apartamento en un barrio de Madrid más caro que un pisazo con vistas a la Quinta Avenida de Nueva York. Tenemos un problema "king size".