En la actualidad encontrarnos personas que logran superar los 90 años de edad en España o incluso alcanzar el centenario es relativamente común. De hecho, los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su "Estadística Continua de Población" muestran un fuerte incremento en la cifra de personas mayores de 90 años en la última década. Si en 2013 el número de personas nonagenarias y centenarias en España era de 384.567 personas, en diez años la cifra ha aumentado un 58,29% hasta alcanzar las 608.321 personas, según informaron desde el sindicato de enfermería Satse.
Sin embargo, la verdadera cuestión no es solo vivir más, sino mantener la lucidez y la calidad de vida a medida que envejecemos.
Uno de los factores que lo impiden son las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, cuyo principal factor de riesgo es la edad. De hecho, a partir de los 65 se duplica el número de casos cada cinco años, según cifras del Ministerio de Sanidad, pasando del 1% de afectados al 40% a los 90. Un estudio publicado en Nature Aging sitúa el inicio del envejecimiento cerebral a los 57 años, con otros dos picos importantes a los 70 y los 78 años, y sugiere que estos momentos podrían ser clave para posibles intervenciones en el proceso de deterioro de este órgano.
Edades críticas del envejecimiento
"A los 70 años observamos muchas asociaciones con trastornos neurodegenerativos, como la demencia por cualquier causa y la enfermedad de Alzheimer. Nuestros hallazgos reflejan la susceptibilidad de padecer estas patologías en esta década", explicó a SINC Wei Cheng, de la Facultad de Medicina de Shanghái, que ha liderado la investigación.
Estos puntos de inflexión se han identificado a partir de muestras humanas de plasma sanguíneo del Biobanco del Reino Unido, de las que han seleccionado 13 proteínas relacionadas con dicho declive. Además, estas proteínas reflejan la inflamación, la regeneración celular y el estrés relacionado con el envejecimiento, entre otros parámetros. Así, ocho de ellas aumentan con la edad y están relacionadas con la matriz extracelular o con los llamados factores de crecimiento celular. Y las cinco restantes disminuyen en el envejecimiento y, fundamentalmente, están asociadas a la degradación de proteínas.
“De entre estas proteínas destaca Brevican (BCAN) y el factor de diferenciación del crecimiento 15 (GDF15). Los niveles de BCAN y GDF15 se asociaron, además de con el envejecimiento, con la demencia, el ictus y la función motora. Estos hallazgos muestran que las concentraciones de proteínas cambian longitudinalmente, reflejando transiciones en la salud cerebral en edades clave”, comenta Inés Moreno, profesora de la Universidad de Málaga, en declaraciones al SMC España.
El neurocientífico Jesús Ávila, experto en envejecimiento del CSIC, contó a SINC que este trabajo se puede vincular con el publicado en Nature en 2023 por el grupo de Wyss-Coray, sobre el envejecimiento del organismo en general, "mostrando cómo la presencia de algunas proteínas del plasma en determinadas edades puede indicar la aparición de futuras enfermedades más tarde". Al analizar estos biomarcadores en el plasma de personas de diferentes edades, señala Ávila, los investigadores observaron que los cambios no eran lineales con el aumento de la edad, sino que se observaban tres picos con cambios abruptos, relacionados con cambios metabólicos a los 57 años; pérdidas cognitivas y de movimiento a los 70, y fragilidad neuronal en torno a los 78.
Demencia e ictus a partir de los 70 años
Las proteínas de la edad cerebral de 70 años estaban asociadas principalmente a la demencia y el ictus, destaca Cheng. "Por lo tanto, las personas con una edad cerebral cercana a los 70 años pueden adoptar un estilo de vida saludable o tomar algunas medidas personalizadas para prevenir las enfermedades".
Así, los investigadores enfatizan la importancia y la necesidad de la intervención y la prevención en esta década para reducir el riesgo de múltiples trastornos cerebrales. "Estudios anteriores demostraron que algunos trastornos, como la demencia y el ictus, podrían prevenirse con estilos de vida saludables. Planteamos la hipótesis de que dicha degeneración sería modificable, en cierta medida, mediante hábitos como el ejercicio físico regular, una dieta equilibrada y el contacto social frecuente", puntualiza el experto chino.
Relevancia de las proteínas en el envejecimiento cerebral
Varias proteínas son responsables de que la actividad mental disminuya con la edad. Entre ellas se encuentran, según explica Alfonso Galán, médico experto en antienvejecimiento de Neolife, la Brevican (BCAN) y el factor de diferenciación del crecimiento 15 (GDF15).
La BCAN es una proteína del sistema nervioso central implicada en la formación y estabilidad de las sinapsis, esenciales para la comunicación neuronal. Por otro lado, el GDF15 es una citoquina involucrada en procesos de inflamación y respuesta al estrés celular.
Estas proteínas actúan como biomarcadores (indicadores medibles de algún proceso biológico, patológico o de respuesta a una intervención terapéutica en el cuerpo humano) permitiendo una detección más temprana y precisa de los cambios neurodegenerativos relacionados con la edad.
Para este especialista, es importante destacar que estas y otras proteínas implicadas afectan de distinta manera a nuestro cerebro y, según el estudio, muestran progresiones no lineales de afectación. Su impacto significativo en los 57, los 70 y los 78 años, aclara, "puede estar influenciado por factores genéticos, hormonales, ambientales y de estilo de vida que se acumulan y manifiestan en estas edades específicas".
Así, las proteínas en el pico de los 57 años están principalmente asociadas con la inmunidad adaptativa, como el recuento de linfocitos, y con el metabolismo, con pérdidas cognitivas, de movimiento e ictus a los 70, y con fragilidad neuronal en torno a los 78.
Aunque no es posible revertir completamente el envejecimiento cerebral, ciertas pautas médicas pueden ralentizar su progresión. Intervenciones como el control de factores de riesgo cardiovascular, terapias cognitivas y modificaciones en el estilo de vida pueden mejorar la función cognitiva y la calidad de vida en individuos mayores.
Consejos para frenar "las arrugas del cerebro"
En las consultas, se aconseja realizar evaluaciones cognitivas periódicas, especialmente en individuos con factores de riesgo. Además, el manejo adecuado de enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes es crucial para mantener la salud cerebral.
Para el día a día, desde Neolife recuerdan la importancia de las siguientes pautas para frenar "las arrugas del cerebro":
Actividad física regular: El ejercicio mejora la circulación sanguínea cerebral y promueve la neurogénesis.
Dieta equilibrada: Consumir alimentos ricos en antioxidantes, ácidos grasos omega-3 y vitaminas esenciales. La dieta mediterránea, no adulterada, parece ser la más adecuada para este fin.
Estimulación mental: Participar en actividades que desafíen el cerebro, como leer, resolver puzles o aprender nuevas habilidades.
Interacción social: Mantener relaciones sociales activas es muy importante.
Gestión del estrés: Practicar técnicas de relajación como la meditación o el yoga.
Sueño adecuado: Asegurar un descanso nocturno de calidad, durmiendo al menos 7 horas por noche.
En España, según datos recientemente publicados por el SID, Servicio de Información sobre Discapacidad, 1.150.000 personas viven afectadas por patologías neurodegenerativas. El Alzheimer (800.000) y el Parkinson (150.000) son las de mayor prevalencia, pero también hay un importante número de afectados por esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, o enfermedad de Huntington, entre otras demencias.