Año y medio después de la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda, celebrada el 20 de agosto de 2023, arranca este lunes 3 de febrero el juicio a Luis Rubiales, expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, por dar el beso sin consentimiento que le dio a la futbolista Jenni Hermoso en la entrega de medallas y por las posteriores coacciones a la jugadora, que desataron la mayor crisis de la historia de la Federación.
El 10 de septiembre, casi un mes después de los hechos, la RFEF anunció la dimisión oficial de Luis Rubiales como presidente del ente, que cuatro días más tarde declaró en la Audiencia Nacional y negó que el beso a Jenni Hermoso no fuera consentido.
Más problemas desde República Dominicana
Meses después, ya en marzo de 2024, y alojado en República Dominicana, donde vivió en una lujosa residencia de una exclusiva urbanización de Punta Cana de 1.300 euros al día, según Relevo, el expresidente se vio envuelto en otro escándalo cuando la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil registró las oficinas de la RFEF y su propia casa en busca de contratos irregulares, principalmente vinculados a la Supercopa de España que se disputa en Arabia Saudí, en una operación que se denominó 'caso Brody'.
Además, según un atestado judicial, el expresidente de la federación adquirió un Porsche Megan durante su estancia en la isla.
En abril de este mismo año se registra el hotel en el que se alojaba en República Dominicana. Desde allí, además, concedió una entrevista a El Objetivo de Ana Pastor y horas más tarde voló hacia España acusado de corrupción en los negocios, administración desleal, blanqueo y pertenencia a organización criminal.
Luis Rubiales se acogió a su derecho de no declarar. Fue puesto en libertad hasta su citación como imputado el 29 de abril, fecha en la que negó todas esas acusaciones de irregularidades entre Kosmos, la empresa de Gerard Piqué que propició la llegada de la Supercopa a Arabia Saudí, y la Federación Española de fútbol.
Una 'tranquila' vida en Granada
Desde entonces, Rubiales lleva una vida tranquila en su residencia de Granada, situada en la calle Reyes Católicos, a escasos metros de la catedral. Allí se comporta como un vecino más del barrio: acude a los bares y comercios de su entorno y, cuando quiere huir de los turistas que asolan la ciudad, Rubiales se traslada a una residencia de campo en las inmediaciones de Granada.
También realiza visitas recurrentes a sus padres, que viven en su Motril natal. Además, ha viajado a menudo a Madrid en los últimos meses parar preparar la defensa junto a su equipo de abogados.