"Esto es como buscar una aguja en un pajar". El reto es tan grande como la devastación causada por la DANA en Valencia, pero las fuerzas no decaen para encontrar a los pequeños hermanos Izan, de cinco años, y Rubén, de tres, desaparecidos desde que el pasado 29 de octubre, cuando la riada los arrastró en su casa de Torrente. Entre 20 y más de 100 personas -la cifra de voluntarios varía según el día de la semana- se encuentran cada mañana a las nueve en el polígono Masía del Juez para realizar batidas de búsqueda de los pequeños. El primero en llegar es el tío de los niños, Iván Matías, que este martes está "muy descuadrado" porque este lunes apareció el cadáver de la perra de la familia, un animal de mayor peso que los críos, en un garaje de Paiporta, a unos ocho kilómetros de distancia de las zonas que suelen rastrear.
Este martes el grupo no es muy numeroso comparado con el pasado sábado, cuando acudieron un centenar de voluntarios. Una veintena de hombres de entre 20 y 60 años llegados de todas partes de España conversan con Iván antes de salir al terreno. Tratan de coordinar y organizar la jornada, que terminará cuando caiga el sol. En el grupo hay cuatro buzos de Tenerife que llevan ya varios días en la zona, cinco voluntarios del 112 de Andalucía llegados desde La Línea de la Concepción, cuatro efectivos de Salva-Emer de Canarias, un motero de Ceuta y dos jóvenes sin relación con la gestión de Emergencias llegados desde Zaragoza, entre otros.
El plan de este martes es diferente. La confluencia de los barrancos de L'Horteta y Cavalls ya ha sido "muy peinada" por las batidas de los días anteriores. En ellas han participado topos aztecas (especialistas de alto nivel en rescates), ertzaintzas, mossos, efectivos del GREIM... todos ellos de paisano y en sus días libres. La aparición de la mascota de la familia, que se la llevó el agua junto a los pequeños de la casa, en un garaje de Paiporta, lleva al tío de los pequeños a llevarse a la comitiva a otro punto diferente.
Van "a ciegas". Nunca han realizado batidas de voluntarios por allí, pero la Unidad Militar de Emergencias (UME) sí ha estado y no ha encontrado nada de momento. El punto de destino es el puente que une las localidades de Torrente y Alaquàs, que ha quedado gravemente afectado. Es parte de la calle Doctor Gómez Ferrer y por allí pasaba la CV-4034, ahora cortada.
Al llegar a este punto del barranco de L'Horteta encuentran un puente devorado por la furia del agua, que está cortado pero que algunos siguen cruzando bajando y trepando por el enorme socavón formado, y en cuyas pilas aún se acumula unos diez metros de maleza. Esos son los puntos que quiere revisar exhaustivamente Iván Matías. "A esta zona no habíamos venido, queremos descartar este punto en concreto", explica a 20minutos a la vera del barranco.
Los voluntarios que van con palas y palos bajan hasta el cauce del barranco ayudándose de una cuerda que les hace de barandilla. Inspeccionan orillas y cauce. Escalan por la maleza acumulada en el puente aun a riesgo de que el coche que quedó medio colgando arriba -y ahí sigue- se precipite. Necesitan "una pala", máquina que piden a través del grupo de whatsapp de voluntarios de rescate. "Os la consigo", responde por mensaje de voz otro de los integrantes de ese grupo. A Rafael León, uno de los voluntarios presentes, le da confianza y esperanza la respuesta de un hombre que ya ha cumplido su palabra en anteriores peticiones.
León (La Línea de la Concepción, 57 años) relata a este periódico que la batida del pasado viernes, en la que también colaboró, fue "bastante intensa". Un centenar de personas, según sus cálculos, formaron filas por grupos para ir "batiendo en línea y muy despacito, con unos picos pinchando las zonas donde se ve que hay mucho barro acumulado y maleza. Vamos pinchando y si hubiera algo ahí, el olor lo delataría y se meterían los perros para comprobar".
Aguas fecales
Este martes los buzos se han encontrado con el problema de que en este punto del barranco se vierten aguas fecales. "Huele que alimentan", ironizan al llegar. "Esto es un foco de infecciones y hoy pasa más agua". Ellos necesitan equipos estancos para poder buscar en esta zona con seguridad y hasta que alguien se los consiga, deciden moverse hacia urbanización La Pantà, donde ya estuvieron este lunes y "no se ve ni a diez centímetros, lo hicimos todo palpando".
Con una herida con puntos en una muñeca, Cristóbal Campero López, buzo de 29 años llegado desde Tenerife, cuenta que la búsqueda es "complicada en el sentido de que hay que excavar y se necesita maquinaria".
Las aguas residuales dificultan las labores de búsqueda de este martes. Los perros "se vuelven locos" con tanto olor. Además, más arriba del barranco se ubica una fábrica de salchichas también dañada por la inundación. El tío de los pequeños Izan y Rubén no se despega del teléfono, lleva 14 días "sin parar". Lo único que quiere, cuenta entre llamada y llamada, es "encontrar a los chiquillos".
"Todo lo de La Curra hasta mitad de barranco está batido. La UME ha hecho su trabajo también. Cada uno ha ido haciendo por su cuenta pero complementándonos. Toda ayuda es buena", afirma Iván Matías, preocupado ahora también por la alerta por la llegada de una nueva DANA a Valencia a partir de este martes. "Es muy complicado. Todo el terreno está mal. Ahí hay un coche boca abajo que igual no está ni inspeccionado, o igual sí", añade señalando uno de los dos coches que se visualizan dentro del cauce en esta zona.
Sobre la zona más cercana a la casa de su hermano, en cuyo comedor se encontraban los niños junto a la perra de la familia cuando llegó el agua, Matías dice que "está todo repeinado" y que "puede ser que estén, pero es muy difícil y más sabiendo que la perra ha aparecido en Paiporta y que pesa 45 kilos. Mis sobrinos pesan menos. Es muy difícil, vete tú a saber adónde han ido a parar los chiquillos", continúa con un tono cansado.
El hermano de Matías y padre de los pequeños se pasó dos horas agarrado a un árbol hasta que fue rescatado. A sus hijos no los pudo ni agarrar cuando "se metió el agua" en su casa. "No pudo hacer nada, fue una bestialidad de agua lo que vino".
Izán y Rubén son dos de las 23 personas que continúan desaparecidas tras las inundaciones del pasado 29 de octubre en la provincia de Valencia, que ha costado la vida al menos a 214 personas, según último recuento oficial del Centro de Integración de Datos (CID).