El nudo

Se verá en su día si hubiera sido posible adelantarse a la catástrofe –todo apunta a que sí–, pero ya se ha visto que era imposible reaccionar con más lentitud y descoordinación. Son días terribles, de llorar y de buscar a los fallecidos, en los que la empatía ha llegado de los Reyes y de los voluntarios mientras la Generalitat y La Moncloa se enredaban en las competencias –¿es posible que la UME no pueda actuar sin permiso de Mazón?–. Ahora salen del estupor pero sigue sin cortarse el nudo gordiano de la división, para que la ayuda fluya sin medida y sin condiciones, como las lágrimas.

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