El rumbo de Francia

El domingo, si las encuestas no se equivocan, y parece que no va a ser el caso, veremos el triunfo de la extrema derecha en Francia. Faltará todavía una segunda vuelta para saber qué pasa con el voto más disperso, pero todo apunta a que el partido de Le Pen conseguirá lo que lleva buscando desde hace años: marcar la agenda política del país.

Su candidato, Jordan Bardella, un jovencísimo político de apenas 28 años, sin ninguna experiencia en gestión, se presenta en los mítines y actos electorales no como el candidato del partido a las legislativas del domingo sino como el próximo primer ministro del país, el hombre que reconducirá el futuro de Francia, ahora mismo "sin rumbo".

Su batería de propuestas, su programa electoral, lo ha esbozado esta semana aportando titulares de trazo gordo. Rebajar la edad de jubilación, acabando con la reforma propuesta por Macron de alargar la edad a los 64 años y dejarla en los 60 y con 40 años de cotización. Acabar también con la sanidad universal, nada de atender a todos en cualquier situación, tengan o no papeles, sean o no ciudadanos legales. La sanidad para los que pagan impuestos. Se acabó también el derecho a adquirir la nacionalidad francesa de forma automática por haber nacido en suelo francés. Los hijos de los migrantes no serán franceses. Por mucho que hayan nacido, crecido y se hayan educado en suelo francés.

El enemigo número uno de la extrema derecha son los inmigrantes, aquellos que, en su ideario, están robando la identidad de los países, su forma de ser. Y desde hace años, la extrema derecha francesa ha estado alimentando esa idea de que Francia ya no es Francia, que la inseguridad, los problemas económicos y los problemas en las escuelas tienen, todos, el mismo origen: la llegada de migrantes. Y esa misma idea es la que cada vez de forma más radical estamos escuchando en el resto de países europeos. Aquí, en España, queremos desviar toda la atención a un problema que no es de convivencia pero que se quiere convertir en precisamente eso.

Bardella lleva el nacionalismo francés hasta sus últimas consecuencias, también a los productos agrícolas. Solo hay que consumir productos franceses, en las escuelas, en los comedores, en los hogares… Es decir, hagamos boicot a todo lo que venga de fuera, y eso nos afecta, de forma directa, a nosotros, a los productos españoles. Sí, tomen nota, porque esto es lo que propone la extrema derecha en Francia, esa a la que hacen ojitos el resto de fuerzas de ultraderecha. Consumamos solo lo nuestro. Saltémonos las reglas comunitarias.

Un discurso que cala, a las encuestas me remito. Veremos lo que pasa el domingo, pero tomemos nota. Si tienen tiempo les recomiendo una película que explica muy bien cómo nace este radicalismo. The old oak (El viejo roble), de Ken Loach. Les hará pensar.

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