Los narradores “de padre y muy señor mío” de la Eurocopa

Costumbrismo Digital por Juan Luis Saldaña

A nadie se le escapa que la mayor parte de las narraciones de los partidos de la Eurocopa están llamando la atención. Se habla de errores demasiado frecuentes, incoherencias, una distancia excesiva con el juego y una falta de pasión que, en ocasiones, parece falta de interés. No queda bien retransmitir el fútbol como la prueba de piragüismo que vemos cada cuatro años en las olimpiadas cuando hay un español que opta a medalla.

No es ningún secreto que los profesionales de Televisión Española están sufriendo ataques injustos y desproporcionados en las redes sociales. Siempre hay energúmenos que ofenden de la forma más dura e incontrolada a personas que hacen su trabajo lo mejor que pueden y que han llegado a ponerse delante del micrófono después de circunstancias que desconocemos.

Una vez más, tenemos que insistir en que el hecho de recibir ataques e insultos no te da siempre la razón. Alguno de los narradores de los partidos del campeonato se está defendiendo en las redes sociales de un modo quijotesco, apelando a la dignidad, el buen hacer, a la capacidad de sufrimiento y el aguante y a no sé qué códigos periodísticos que, para más inri, dejan mal a otros compañeros. Sería interesante que los narradores en cuestión reflexionaran, estudiaran mejor el juego y sus protagonistas y pusieran un poco más de pasión en algunos momentos.

Toca espabilar, toca adaptarse y echarle un poco más de ganas y de imaginación, sin mirar a los imbéciles que faltan al respeto y que solo buscan ofender.

No vaya a ser que mientras vemos un partido entre Eslovenia y Serbia nos demos cuenta de que somos funambulistas que caminan por el alambre de la ilusión, y que debajo de nosotros solo está el vacío. No puede ser que un narrador que canta un gol como quien pide una barra de pan nos quite la venda de los ojos, y nos demos cuenta de que tanta pasión, tanto meme, tanto chiste, tanta preparación, tanto cántico, tanto a por ellos oé son solo un analgésico para ir tirando por la vida.

Hay una cierta sensación de atraso, de tiempos pretéritos que ya no funcionan en estas narraciones. Jugadores que corren “como una centella” o remates “de padre y muy señor mío” suenan ya a viejo y, es cierto, se escuchan a diario. Toca espabilar, toca adaptarse y echarle un poco más de ganas y de imaginación, sin mirar a los imbéciles que faltan al respeto y que solo buscan ofender.

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