El misil antibúnker GBU-31 que descabezó a Hezbolá... o cómo hacer de ochenta bombas "tontas" un enjambre de absoluta precisión

Israel ha descabezado a Hezbolá tras asesinar a Hasán Nasralá. El Gobierno israelí llevaba meses siguiendo los movimientos del líder de Hizbulá y decidió matarlo en un ataque aéreo ante el temor de que fuera a perderle el rastro, según revelaron en exclusiva tres fuentes de la defensa y la inteligencia israelí al diario The New York Times.

El plan para matar a Nasralá en su búnker se bautizó como 'Operación Nuevo Orden'. Comenzó a tomar forma a comienzos de la semana, antes de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, viajara a Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas.

De hecho, fuentes cercanas a los planes consultadas por el diario israelí Haaretz aseguraron que el viaje de Netanyahu tenía como objetivo emitir el mensaje de que operaban con normalidad. Se trataba de que nada hiciera pensar que el ataque era inminente.

El primer ministro israelí coordinó los preparativos desde su habitación del hotel y pudo verlo todo en tiempo real gracias a los drones que transmitían imágenes de lo que iba ocurriendo. Las bombas antibúnker fueron lanzadas después de su discurso, sobre las 18:00 horas (las 17 en España).

Dos de las fuentes citadas por el NYT aseguran que para acabar con la vida de Nasralá, Israel lanzó 80 bombas durante varios minutos sobre varios edificios (al parecer seis) de Dahye, el barrio al sur de Beirut en el que se encontraba el cuartel general del grupo chií.

De la bomba antibúnker al misil

Como tales, las bombas antibúnker existen desde la Primera Guerra Mundial. Hoy existen diferentes tipos, desde bombas guiadas lanzadas desde aviones hasta misiles de crucero.

Una bomba antibúnker está diseñada específicamente para penetrar estructuras fortificadas subterráneas o altamente protegidas. Se define por su capacidad de perforación y su alta potencia explosiva. Es así que antes de detonar puede atravesar gruesas capas de hormigón armado, tierra compactada u otros materiales.

El misil antibúnker supone un salto en las capacidades de un arma antibúnker. La velocidad que le proporciona un motor cohete otorga una mayor penetración de la ojiva. Para alcanzar la máxima penetración, la ojiva puede consistir solamente en un proyectil de alta densidad.

Atraviesa roca y hormigón armado

Un misil antibúnker tiene la capacidad de penetrar en las estructuras del edificio, aun estando fortificado, y hasta en instalaciones subterráneas. Logra atravesar materiales tan duros como el hormigón armado y la roca. Luego, ya en el interior, estalla sobre el objetivo. Además, este tipo de misil incorpora sistemas de guiado avanzados que les permiten alcanzar objetivos con gran precisión.

Las Unidades de Bombas Guiadas (GBU) se crean mediante la vinculación de bombas "tontas", no guiadas y de caída libre, con el sistema de cola de guiado de las Municiones Conjuntas de Ataque Directo (JDAM), desarrollado y fabricado por Boeing. De ese modo son precisas y aptas en todo tipo de condiciones. Es decir, el GBU convierte cualquier bomba convencional en un arma guiada de precisión.

Además, cuestan mucho menos que las bombas guiadas por láser o televisión. Esta munición antibúnker es extremadamente grande y pesada. Puede lanzarse desde el aire para que penetre varios pisos de hormigón.

Cómo es la GBU-31

Lo que ha trascendido en medios israelíes y estadounidenses es que para asesinar a Nasralá, Israel utilizó unas 80 bombas GBU-31 de fabricación estadounidense. Con un peso de alrededor de una tonelada por unidad, estas bombas, que en hebreo se denominan ‘Feliz Salve’, lograron penetrar y destrozar la sede central de Hezbolá.

La sección de cola contiene un sistema de navegación inercial (INS) y una unidad GPS, como detalla la web del Museo Nacional de las Fuerzas Aéreas de EE UU. El sistema se acopla fácilmente a una bomba BLU-109/-MK-84 (2.000 libras) para fabricar una GBU-31 o a una BLU-110/MK-83 (1.000 libras) para fabricar una GBU-32.

Las coordenadas del objetivo se localizan en la aeronave antes del despegue. Si el objetivo se desplaza, la tripulación puede restablecer manualmente las nuevas coordenadas en vuelo o los sensores de a bordo de la aeronave pueden actualizarlas automáticamente. Una vez liberada, las aletas guían la bomba hasta una distancia de 24 kilómetros hasta las coordenadas del objetivo designado.

El uso de las bombas antibúnker está regulado por el derecho internacional humanitario. Sus normas prohíben ataques indiscriminados y exige tomar precauciones para minimizar daños a civiles.

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