El escaño como síntoma

España no se rompe, de momento, pero el Congreso, ese lugar que nos representa a todos… ya ha empezado a resquebrajarse. De forma literal, con un escaño que se partió en medio de la comparecencia de Sánchez. Y también metafórica, en una Cámara que su presidenta se afana en definir como el templo de la palabra, pero donde es imposible entenderse. Allí cada portavoz se dedica a hablar de su libro, da igual el tema que centre el Pleno o lo que haya dicho el orador anterior. Un continuo teléfono roto, como el sillón que dejó ayer en el suelo a un diputado.

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