La desinformación en una granja de insectos

¿Qué lleva a un diseñador web a montar una granja de gusanos? La curiosidad. "Empecé a leer sobre el tema de que pudiésemos acabar comiendo insectos hace mucho tiempo y me molaba la idea de la sostenibilidad, pero se quedó ahí", cuenta Israel Benito a Maldita.es. Hasta que conoció a dos personas que habían hecho un doctorado sobre el tema y le ofrecieron ayuda para montar la granja. Ahí se inició un largo proceso de papeleos para abrir la primera granja de insectos de Castilla y León. Desde que se decidió a poner en marcha la granja de gusanos hasta que Insectropía llegó a Villanueva de los Caballeros (Valladolid) en 2023 pasaron más de cuatro años.

"No había regulación. En la Junta de Castilla y León no sabían a dónde derivarme. Después de pasar de Agricultura a Sector Terciario unas cuantas veces y de mucho papeleo se abrió un epígrafe para que se incluyera como agricultura al uso. No deja de ser un animal que engordas y vendes", relata Benito. Además de cultivar insectos para consumo animal, Benito también distribuye gusanos para consumo humano, que le compra a otra granja de Valencia. No los cultiva él mismo porque las medidas sanitarias son más estrictas y su empresa apenas tiene un año, aunque no descarta hacerlo en el futuro.

La cría de insectos o insecticultura está reconocida como una forma de ganadería por la UE. En España hay 29 empresas según el Registro de Explotaciones Ganaderas (REGA) que se dedican a ello, aunque la mayoría, como la de Benito, producen alimento para animales. Pero desde que la Unión Europea pasó a considerarlo como un "nuevo alimento" en 2018 surgen dudas como "si ahora los insectos son buenos, ¿puedo comerme cualquier gusano que encuentre en el campo?" y, sobre todo, desinformaciones: desde quienes dicen que nos obligarán a comer insectos en vez de carne de cerdo o vaca.

El primer pueblo con una granja de insectos

Eso no preocupa demasiado a los vecinos de la granja de Benito. Todos en el pueblo vallisoletano de Villanueva de los Caballeros han oído hablar de la granja de insectos y cuando preguntas por ella la respuesta más repetida es: "Todo lo que haga que venga gente al pueblo está bien". A lo que se habían acostumbrado era a ver negocios cerrarse: la pescadería, la carnicería y hace dos años la tienda. Ahora esos servicios son ambulantes, vienen algunos días a la semana para que los vecinos compren el pan y cualquier otra cosa que necesiten.

Por eso la granja fue recibida entre los vecinos con una mezcla de alegría y, sobre todo, curiosidad. El único comercio que se mantiene abierto a día de hoy es el bar, el punto de encuentro del pueblo. Santiago, su dueño, comenta a Maldita.es que ha leído críticas en redes sociales. "Pero es de gente que no es del pueblo. Que quieren una fábrica grande que dé trabajo a 30 personas, pero que no moleste ni haga ruido y eso no se puede. Aquí la gente está encantada", concluye.

¿Y de comerlos qué opinan? No tenía intención de vender los gusanos para consumo humano en el pueblo, pero Benito los llevó a las fiestas para que los probaran unos amigos y varios vecinos se animaron también. "Ay, a mí me encantan y a mi nieta de 3 años también. Saben a pipas", asegura una vecina. Pero también "hay gente que ha dicho que no se comería gusanos por nada del mundo. Sobre todo por la desinformación. Al final asocian gusano a asco y por eso se cierran en banda", cuenta Israel. Existe un tercer grupo: quienes no se ven comiéndolos, pero tampoco descartan que llegue el día en que los incluyan en un plato. "Parece que es el futuro así que habrá que mentalizarse", concluye otro vecino.

"Creo que en breve sí va a ser más normal, quizá no como una bandeja de gusanos en la estantería del supermercado, pero sí como complemento añadido en otros alimentos", dice el dueño de Insectropía.

Una granja silenciosa y ordenada

Cuando se ve la granja desde la entrada del camino de tierra que conduce a la puerta, nada hace pensar que ahí dentro se crían gusanos. Son las instalaciones de un antiguo criadero de cerdos del que Benito ha alquilado 120 metros cuadrados. Cuando termine de llenar el espacio saldrán unas 20 toneladas anuales de larva del tenebrio, también conocido como el gusano de la harina. Es una de las cuatro especies aprobadas para consumo humano junto con la langosta migratoria, el grillo y el escarabajo doméstico.

"La gente no se lo imagina así", comenta Israel. "Está todo tranquilo, todo limpio. Al final las granjas de cerdos o pollos son mucho más desagradables". Los insectos en sus distintas fases (larva, pupa y escarabajo) están en cajas azules que se apilan unas encima de otras. A su vez, estas se encuentran en una cámara que se mantiene a una temperatura de unos 26 grados y una humedad de entre el 55% y 66%. "Clima caribeño", bromea.

Hay una zona para las larvas, otra para las pupas (el estado intermedio entre de larva a adulto) y otra para el reproductor, es decir, el escarabajo. Israel incluso tiene lo que a él le gusta llamar su "espacio de I+D", dónde prueba a dar distintos alimentos a los gusanos para ver si crecen más rápido o tienen unos componentes nutricionales diferentes. Normalmente los alimenta de salvado de trigo y hortalizas como patatas o zanahorias cada pocos días.

Aunque reconoce que el negocio en España aún no es muy grande, asegura que el que hay está muy especializado: Sus principales clientes son centros de recuperación de aves y granjas de gallinas, aunque aún está en fase de pruebas para encontrar el producto definitivo. El abanico de opciones es bastante amplio: desde comida para mascotas hasta pienso para granjas de cerdo ibérico. "Al final la gente que compra esto lo que busca es el valor nutricional del alimento", cuenta.

"Lo cierto es que del insecto se aprovecha todo. El desperdicio es nulo, no se tira nada", asegura Israel. Además de la larva, que es lo que acostumbramos a ver, los adultos cuando ya no ponen más huevos se dejan morir, se trituran y se utilizan para la prevención de plagas en los huertos.

Según estudios de las universidades de Edimburgo y de Wageningen, una granja de insectos contamina menos que la ganadería tradicional. Además del menor desperdicio, ocupa menos espacio, genera menos gases de efecto invernadero y consume menos energía y menos agua.

En el gráfico que aparece a continuación puedes ver cómo la ganadería de vacas (112 m3) usa casi 5 veces más agua que la de insectos (23 m3) y emite unas 10 veces más gases de efecto invernadero, según un estudio de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).

El futuro depende de un factor cultural: el asco

Para el nutricionista Juan Revenga, que los insectos se conviertan en parte habitual de nuestra alimentación, al igual que ya lo son otros platos como los caracoles a la montañesa, va a depender de un factor meramente cultural: el asco.

"Hay análisis de distintas organizaciones como la FAO que dicen no solo que es una opción viable, sino también saludable. En el plano nutricional son iguales e incluso mejores que algunas carnes", dice el nutricionista. Son ricos en grasas, fibra, minerales y también en proteínas.

Según los datos de la FAO, 100 gramos de un insecto como la termita pueden contener entre 13 y 28 de proteína dependiendo de cómo hayan sido alimentadas. Es una proporción muy similar a la de la caballa (entre 17 y 28 gramos) y algo superior a la de carnes como la vaca (entre 19 y 26 gramos).

Por este motivo, parece que la creciente búsqueda de incluir alimentos proteicos en la alimentación puede ser un incentivo importante en la normalización del consumo de insectos. Según una encuesta de la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPIFF), los alimentos deportivos son el producto a base de bichos más atractivo. Los hombres que se ejercitan regularmente son los que más probabilidad tienen de integrarlos en su dieta (un 76% los probaría, frente a un 65% de mujeres).

Sobre si llegarán a sustituir la carne, el granjero de insectos Israel Benito es contundente: "Ni de coña. Yo soy el primero que no está interesado. Pero que una vaca se alimente de esto en lugar del pienso al uso implica que esa carne va a ser mejor y es un beneficio para todos. Con el paso del tiempo quizás se vaya quitando el prejuicio y lleguemos a comer insectos, pero en España parece complicado", dice. Precisamente porque para muchos, la primera reacción ante la idea de comerlos es que son "una guarrada".

El riesgo no es distinto del de cualquier otro alimento

Es frecuente que la primera asociación que se venga a la cabeza cuando hablamos de bichos sea suciedad, comida en mal estado o transmisión de enfermedades. Hay quienes aseguran incluso que nos envenenan metiendo insectos en productos sin que lo sepamos. Y sin embargo, comer insectos aptos para consumo humano no es más peligroso que comer otros tipos de carne. "¿Tienen riesgo? Sí, como cualquier otro alimento. No van a ser los mismos que los de las patatas o el pescado, pero todos los tienen, incluso cuando se consideran aptos para el consumo", aclara el nutricionista Juan Revenga.

Que se hayan autorizado algunos insectos para consumo humano no implica que se haya dado carta blanca a la venta de cualquier bicho, ni que cualquiera pueda atrapar un insecto en el bosque, ni siquiera uno autorizado, y venderlo o servírselo a otras personas. Revenga recalca que "no se trata de insectos que se van recogiendo por el campo. Como las moras o el filete de pollo que te encuentras en el supermercado, son criados en granjas bajo una serie de condiciones de seguridad e higiene".

Al igual que ocurre con la carne, la mayoría de los riesgos para la salud que podría suponer el comer bichos desaparecen cuando proceden de un mercado y una zona controlada. Si se supervisa su alimentación y se cocinan se elimina el riesgo de que transmitan alguna enfermedad, el único riesgo que queda es el mismo que existe con el resto de alimentos: alergias, sobre todo en personas que ya lo sean a los crustáceos, ácaros o moluscos.

Insectos en alimentos

Otro bulo habitual es que los insectos serán incorporados a nuestros alimentos sin que lo sepamos, pero de nuevo en esto la regulación europea es clara: los "nuevos alimentos", además de ser seguros, deben ir correctamente etiquetados para no resultar engañosos para los consumidores. Es decir, no van a venderte harina de gusano sin que lo sepas ni tienes que preocuparte por comer alimentos con bichos sin darte cuenta.

Los insectos pueden ser seguros, interesantes en el plano nutricional o una opción más sostenible que otras, pero la cuestión clave para saber si en España dejarán de ser alimento para animales y pasarán a estar en la dieta habitual de los humanos sigue siendo cultural. ¿Cómo de cerca está el momento de ir a un restaurante y pedir una ración de grillos?

La globalización ya ha diversificado la gastronomía y lo que antes parecía impensable, como comer pescado crudo, es ahora habitual, con el sushi convertido en una delicatessen. Se pueden encontrar cada vez más fácilmente alimentos típicos de casi cualquier región del mundo y los bichos forman parte de la dieta de más de 2.000 millones de personas en el mundo según la FAO.

Por el momento parece que la idea sigue generando rechazo, pero hay cambios. Una encuesta a más de 3.000 personas de Alemania, Francia, Italia, Suecia, Polonia y Bélgica muestra que más de la mitad de quienes probaron alimentos con insectos valoraron el sabor como "muy bueno". No es obligatorio consumirlos, pero la opción de hacerlo quizá no esté tan lejos.

Zircon - This is a contributing Drupal Theme
Design by WeebPal.