El crucial dilema de la derecha europea

El canciller austríaco, Karl Nehammer, afronta desde este domingo una decisión crucial no sólo para su país sino para el horizonte político de la UE. El FPÖ, el Partido de la Libertad, el más radical y cercano al nazismo de las organizaciones ultraderechistas que avanzan en Europa, ha ganado por primera vez las elecciones legislativas en Austria, aunque no tiene mayoría para gobernar. En manos del democristiano Nehammer está mantener el aislamiento de un extremismo excluyente que ya preside Italia y Hungría y forma parte de los gobiernos de otros cinco países de la Unión.

La misma noche electoral todos los partidos austríacos se reafirmaron en su negativa a pactar con el ganador, un Herbert Kickl que ha radicalizado aún más al partido en los últimos años hasta convertirlo en un baluarte de la antiinmigración y la xenofobia, cercano al antisemitismo y el negacionismo. Pero para ello sería necesario un complejo acuerdo de los conservadores con los socialdemócratas y el actual canciller todavía no ha cerrado totalmente la puerta a Kickl, con quien ha gobernado en el pasado, y con quien comparte planteamientos en política migratoria y económica.

Las negociaciones pueden alargarse meses, como ya ocurrió en Países Bajos, pero en casi todas confluye un elemento común: la derecha tradicional intenta competir electoralmente con los ultras acercándose a sus postulados, los llega a admitir incluso como socios de gobierno pero, finalmente, en no pocos casos no sólo no los fagocita sino que es la extrema derecha la que le hace el sorpasso en las urnas.

En España el PP libra una dura batalla con Vox desde hace años con cambiantes estrategias que oscilan entre el ala dura de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y el perfil más moderado de Juanma Moreno en Andalucía. Ambos han logrado arrinconar a los de Abascal en sus respectivos territorios y gobiernan con mayoría absoluta, lo que no aclara a Feijóo cuál es el indiscutible camino a seguir. Al líder del PP aún no se le conoce decisión definitiva al respecto mientras nada intentando guardar la ropa entre las presiones y frustraciones que se acumulan en los despachos de Genova.

Austria es un nuevo termómetro del sigiloso y peligroso cambio que está experimentando Europa en su identidad como cuna de derechos y libertades. Y son sus partidos conservadores, los que han gobernado y colaborado a construir esta UE hoy en zozobra, quienes más cerca tienen la responsabilidad de cebar o desamparar a la ultraderecha. En España, también.

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