Todos los pronósticos de las elecciones de Estados Unidos apuntaban a que Pensilvania, una vez más, sería un lugar clave para decidir al nuevo presidente: es uno de los siete swing states, uno de los estados bisagra en los que demócratas y republicanos buscaban edificar su victoria. Y así fue: el triunfo republicano en el 'Keystone State' certificó el regreso de Trump a la Casa Blanca cuatro años después.
Como ocurrió en muchos otros lugares de todo el país, las zonas rurales votaron masivamente por Trump, en contraste con las áreas urbanas: los demócratas solo ganaron holgadamente en las dos grandes ciudades del estado, Philadelphia y Pittsburgh, pero los millones de votos metropolitanos no fueron suficientes para contrarrestar el apoyo del voto rural, alineado como la tradición, el liberalismo económico y el conservadurismo republicano.
Así las cosas, apenas fueron 140.000 votos los que decantaron la balanza a favor de los republicanos en Pensilvania. Una diferencia decisiva que los expertos explican por el apoyo de una población minoitaria y tradicionalmente apolítica que esta vez acudió a las urnas a apoyar masivamente a Donald Trump: los amish.
¿Quiénes son los amish?
Los amish son numerosas comunidades cristianas extendidas por Estados Unidos y Canadá que profesan el movimiento anabautista, una corriente del cristianismo radical surgido en Europa durante el siglo XVII. Las comunidades amish se caracterizan por su rechazo a la tecnología y al estilo de vida del mundo moderno: practican un estilo de vida austero, no tienen coches, televisión, móviles o redes sociales y tienen un fuerte arraigo a la vida rural y austera en sus comunidades.
Los amish se organizan en congregaciones y viven en una enraízada cultura comunitaria: un enfoque estricto de la religión, la solidaridad, la vida vecinal, la educación comunitaria y la estricta austeridad caracterizan el estilo de vida de este grupo que continúa viajando a caballo y empleando su característica vestimenta de trajes y vestidos largos y de colores oscuros.
Como parte de su aislacionismo del mundo moderno, los amish no están en contacto con la política, los medios de comunicación o las campañas electorales: de hecho, tradicionalmente son apolíticos. Sin embargo, su forma de vida es de marcado carácter conservador, y sus economías se sustentan en la agricultura, la ganadería y el trabajo artesanal, lo que los acerca a las políticas republicanas, especialmente en los últimos años en los que Trump ha optado por acercarse a la América rural.
El voto rural de Pensilvania, clave para los republicanos
Trump y los republicanos han buscado de forma insistente movilizar a esta comunidad a sabiendas de que podían ser una de las claves para ganar Pensilvania: un grupo de alrededor de 92.000 personas, de las que cerca de la mitad tiene la edad legal para votar, pero de fuerte tradición apolítica.
En conseguir conectar a Trump con las aspiraciones políticas amish habría jugado un papel clave el grupo conservador 'Early Vote Action', cuyo fundador, Scott Presler, presume en redes sociales de haber sido decisivo para la victoria de Trump en estas elecciones. Presler y su campaña habrían ido, según publica The Economist, puerta por puerta en mercados agrícolas y comunidades amish para acercar a estas poblaciones las políticas conservadoras republicanas, que prometen desregular y proteger sus actividades agrarias y rurales.
Esta campaña ha sido especialmente intensa en el condado de Lancaster, donde se encuentra la comundad amish más grande de Estados Unidos (45.000 personas).
El caso de Amos Miller que habría impulsado el voto a Trump
Sin embargo, un papel clave en la movilización amish para votar a Trump habría sido el caso de Amos Miller, un granjero amish al que el Departamento de Agricultura sancionó y confiscó alimentos lácteos crudos de su granja que supuestamente habrían causado casos de E.coli en Michigan y Nueva York.
El caso fue muy comentado entre la comunidad amish y se convirtió en paradigmático de la gestión demócrata en el estado de Pensilvania y del trato del gobierno federal, a los que los amish han acusado de no respetar su libertad y su forma de vida.
Todo ello influyó en que el día de las elecciones pudiera verse a los amish en sus tradicionales carros de caballos yendo a votar con sus atuendos tradicionales. Los expertos explican que no solo su apoyo ha sido decisivo: en Pensilvania, un estado industrial en ligero declive, las actividades agrarias y rurales ganan terreno, y alrededor de 250.000 personas que, como los amish, viven de las granjas, alegan haberse visto perjudicados por las medidas de la administración Biden.
Con un discurso conservador y desregulador, Trump consiguió conectar con las aspiraciones del mundo rural y de esta comunidad que ha contribuido a su retorno triunfal a la Casa Blanca.