En política también se puede empatar. Todos ganan y pierden en el caos que ha sido la última semana en Bruselas y que se ha resuelto con desgastes pero sin sorpresas. Habrá nueva Comisión Europea -previo paso por el voto del pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo la próxima semana- y con eso la UE seguirá girando, aunque parece que a un ritmo más lento, no acorde con la realidad global. En todo el entuerto nada ha cambiado: Teresa Ribera será vicepresidenta del nuevo Ejecutivo comunitario, también el italiano Raffaele Fitto y Ursula von der Leyen tendrá a su equipo intacto.
Se resolvió el jaleo el 20 de noviembre, pero la realidad es que se podría haber resuelto el día 12 o 13. Ni más ni menos. Aquí no ha pasado nada, se repiten mentalmente en los pasillos del Parlamento Europeo mientras en Madrid y Bruselas se cruzan argumentos, mensajes y relatos para 'vender' el resultado final en función del color político, y cada parte asume que se ha 'quemado' a niveles que solo el tiempo dirá si son asumibles.
¿Cómo ha quedado realmente toda esta partida política?
Weber aprieta pero no ahoga y Feijóo se conforma
La pieza principal ha sido el Partido Popular Europeo (PPE), primero porque es el grupo mayoritario del Parlamento Europeo y segundo porque es la familia política con mayor presencia en la Comisión. Así, su líder, Manfred Weber, se dejó guiar por la 'censura' del PP español a Ribera por su gestión de la DANA y tensó la cuerda de tal manera que también pudiera lanzar un órdago a Ursula von der Leyen, su eterna oponente interna desde hace años. El alemán, en realidad, usó a Ribera como comodín para sus aspiraciones europeas... pero el agua no llegó al río y el veto se levantó en cuanto pareció (solo pareció) que la española asumía la condición de los populares de dimitir si acaba imputada.
Mientras, en Génova se dan por satisfechos pese a que no logran su objetivo principal: una Comisión Europea sin Ribera. A cambio, el PP puede desmarcarse de su grupo y votar en contra no solo de la vicepresidenta, sino también del nuevo Ejecutivo de Von der Leyen. Es paradójico porque serán la única delegación que no abrace a la Comisión Europea con mayor presencia del PPE en toda la historia. La victoria de Alberto Núñez Feijóo es más nacional, pues en la formación consideran que en todo momento han sido coherentes. "No a Ribera", repiten, aunque eso pueda tener un coste más amplio.
Sánchez y García 'queman' su gran línea roja
De líneas rojas va la cosa, y los socialdemócratas (S&D) han acabado cruzando una muy importante para ellos. El aprobado de Ribera implicaba que ellos votasen a favor de Raffaele Fitto, el hombre de Meloni en Bruselas y uno de los comisarios que aporta la derecha radical. Esa figura provocó un cisma en el grupo progresista por ver si rompían de alguna manera el cordón sanitario, algo especialmente relevante si tenemos en cuenta que la delegación italiana es la más amplia de la familia (seguida de la española). Hubo un momento en la jornada decisiva que S&D estaba partido en dos. También ha pasado el corte Oliver Varhelyi, la figura de Víktor Orbán. Para el PP, Sánchez ha acabado cruzando "su última línea roja" aceptando esos dos nombres.
Actuamos con responsabilidad por la estabilidad de la UE, que el PP ha puesto en riesgo
En otra clave, tener a Ribera en Bruselas es un éxito para el presidente, para el Gobierno y también para la familia socialista en la UE, que mantiene una figura clave como mano derecha de Von der Leyen en una Comisión en la que apenas tienen peso (tampoco a nivel de prioridades, con el pilar social como un elemento secundario). La propia Ribera, otra vicepresidenta menor como la rumana Roxana Minzatu, y los comisarios de Vivienda (Dan Jorgensen) y de Juventud (Glenn Micallef) son las únicas figuras del grupo en el Ejecutivo comunitario. Así, la española, de facto número 2 de la Comisión, ha sido y es su apuesta más segura. Asimismo, desde el punto de vista de España desde Loyola de Palacio (PP) nunca una mujer había estado en un escalón tan alto en la UE.
Meloni sale contenta... Orbán no tanto
Otra persona que sale contenta casi sin hacer nada de las negociaciones de la última semana es la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Su grupo en la Eurocámara (ECR) quedó desdibujado tras estructurarse Patriotas en torno al RN francés, Vox o el Fidesz húngaro, pero Meloni quería un vicepresidente ejecutivo en la nueva Comisión y lo ha conseguido sin presionar demasiado. Ya lo han hecho otros por ella. Fitto se queda con buen puesto, después de una buena audiencia en la Eurocámara y superando los vetos cruzados. Es la 'cuota' de poder de Roma para cinco años claves para la UE.
Menos feliz tiene que estar Viktor Orbán. Su comisario, Oliver Varhelyi, ha quedado degradado en dos sentidos: por un lado, con un porfolio menor como es Salud y Bienestar Animal del que, por otro, se le han quitado las competencias sobre pandemias y sobre salud reproductiva, que quedarán en manos de la encargada de Gestión de Crisis e Igualdad, la belga Hadja Labib. Varhelyi, que es de los pocos que repite de la Comisión anterior, tuvo que esperar también a que se resolviera el entuerto de los vicepresidentes para obtener su luz verde.
La 'mayoría Von der Leyen' no es tan mayoría
Al final, para Ursula von der Leyen hay un poco de todo tras el pacto. Se sale con la suya la alemana en el sentido de que su Colegio de Comisarios se queda intacto, tal cual lo presentó, aunque las competencias cambien ligeramente. Ella ha mantenido en todos los nombres "confianza plena", tal como ha explicado su equipo durante la polémica. Asimismo, su liderazgo, en general y frente a Weber, tampoco cambia y los votos en contra de su Comisión del PP español son, a la hora de la verdad, un detalle menor.
Pero esa mayoría en la que se apoya la alemana es endeble. Populares, socialdemócratas y liberales han firmado un pacto de legislatura que es genérico en la redacción, parece endeble y además da alas al PPE de mirar hacia ECR y los Patriotas en función de cada votación. Al mismo tiempo, los Verdes -que la apoyaron en su elección como presidenta- se han quejado del acuerdo al considerar que abre las puertas a la ultraderecha. Por eso, no sería sorprendente que se cayeran de ese 'tren proeuropeo' dependiendo de cada tema. Por delante, la legislatura de los matices.