De rodillas

¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

Qué días aquellos del XXXV Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona, celebrado del 27 de mayo al 1 de junio de 1952 con epicentro en la catedral y triunfal recibimiento a Franco en la Ciudad Condal, plasmado en las imágenes inolvidables del Nodo de Manuel Augusto García Viñolas, siempre dispuesto a poner "el mundo entero al alcance de todos los españoles", de acuerdo con el lema del noticiario.

Recordaba Arturo Soria y Espinosa que en 1946 don José Ortega y Gasset, al descender del tren que le traía de su exilio en Lisboa, poner el pie en el andén de la estación de Delicias –donde tenía su llegada– y encontrarse con algunos de sus fieles congregados allí para recibirle, les dijo aquello de "qué se puede esperar de Franco: pemanes y desmanes".

De ahí, por ejemplo, que se encomendara a don José María Pemán la letra del himno para el Congreso Eucarístico, memorizada por todos los niños españoles, que se iniciaba así: "De rodillas, Señor, ante el sagrario/ que guarda cuanto queda/ de amor y de unidad/ Venimos con las flores de un deseo/ Para que nos las cambies/ En frutos de verdad/ Cristo en todas las almas/ y en el mundo, la paz/ Cristo en todas las almas/ y en el mundo la paz/".

Así, postrados de rodillas, correspondería que estuvieran los diputados del PP por mucho que su partido resultara el más votado en las últimas elecciones generales de julio de 2023, aunque su candidato a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, al ser incapaz de reunir la mayoría preceptiva de escaños, quedara descartado, dada la naturaleza parlamentaria y no presidencial de nuestra democracia.

Quien sí logró la investidura al sumar los escaños haciendo que se cumpliera su grito de "¡Somos más!", proclamado desde el balcón de mecanotubo instalado en la fachada de la sede socialista de la calle Ferraz, fue Pedro Sánchez Pérez-Castejón, quien contando las cuentas y los cuentos del Pinto, pinto, gorgorito, denominando cambios de opinión a la ruptura de los más firmes compromisos plasmados en el programa electoral y haciendo de la necesidad virtud conseguía prorrogar su pase de pernocta en Moncloa.

Entonces, cuando Puchi, el prófugo de Waterloo, ve defraudada alguna de sus expectativas y amaga con negar sus siete escaños del Congreso de los Diputados a proyectos tan significativos como el del Presupuestos Generales del Estado, desde el Gobierno todo se vuelven delicadezas hacia el rupturista, envío de negociadores donde sea preciso y ofertas de compensaciones vengan o no a cuento por extravagantes que sean. Al mismo tiempo que se carga contra el Partido Popular, al que se culpa de todos los desastres que pudieran acaecer y se le tilda de antipatriota, recluyéndole al otro lado del muro, que es el lugar de la antiEspaña.

Porque, al parecer, lo que corresponde a un partido de la oposición comme il faut es mantenerse de rodillas, postrado, para aceptar cualquier cosa procedente de Moncloa, más aún si la proposición viene aderezada de toda suerte de descalificaciones que, sin duda, estarán bien merecidas. Continuará.

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