Ábalos no es Richard Gere ni Jésica, Demi Moore. Si bien es cierto que a pesar de que el valenciano podría optar al Goya a la mejor carrera profesional en la política, y Jésica, con digestión de ajoblanco, podría aspirar al Óscar a la mejor actriz de reparto, las diferencias son ostensibles. Además, como a partir de 2026 en los Óscar habrá una nueva categoría al mejor casting, qué mejor candidato que Koldo García para aspirar a ese reconocimiento, aunque, bien visto, antes se le podría conceder un Goya honorífico por su papel de celestino, superando a la inimitable Terele Pávez. Llevo tiempo dándole vueltas al parecido razonable del que fuera asesor del ministro de Transportes, hasta que la otra noche, en un sueño, se me hizo cuerpo presente en la figura híbrida del tío Lucas de la familia Addams y del hombre del saco (de Aldama). Y me desperté temblando.
Frente a lo que universalmente se ha presentado como una afirmación irrebatible, siento anunciar que carece de todo fundamento lógico pensar que la prostitución es la profesión más antigua del mundo. En el Edén binario de Adán y Eva, era evidente que no cabía la especulación sexual con tercero o tercera, y que, antes de abandonar el paraíso, ambos demostraron sus habilidades como recolectores de fruta o traductores de serpientes. Después, desde Tamar, puta ocasional en el libro del Génesis, y primera meretriz con nombre propio de la historia, hasta las más de 1.000 prostitutas de Corinto, la Biblia ofrece diferentes ejemplos de trato sexual remunerado. Para los darwinistas no creyentes o iletrados de los textos sagrados, antes que putas, hubo cazadores, pastores, agricultores, guerreros, sacerdotes, artistas, arquitectos, urbanistas y hasta políticos, que estoy convenido que aventajan a las prostitutas en longevidad. Siempre han estado allí, aun cuando entonces no hubiese juventudes de los partidos.
Siento anunciar que carece de todo fundamento lógico pensar que la prostitución es la profesión más antigua del mundo
El caso de Jésica es especialmente grave en tanto en cuanto fue apesebrada en empresas públicas para contribuir al copago de los servicios prestados, bajo la cobertura del estatuto de los trabajadores sexuales y el estatuto del empleado público. Como también es cierto que no hay que engañarse porque el consumo sexual no era ni es privativo de los miembros de un solo partido político. La corrupción, por un lado, y el recurso a las trabajadoras sexuales, por otro lado, iguala a todos los miembros de los partidos políticos. Igualitarismo político en vena. Por eso, cuando ciertas organizaciones de prostitutas amenazaron con desvelar el nombre de políticos consumidores de servicios sexuales, debieron estremecerse algunos camastros conyugales. Las putas no piden el carné político, de momento.