Pablo Morterero, secretario provincial LGTBI del PSOE de Sevilla.
Para cualquier asistente a la Comisión número 3 del 41 Congreso Federal del PSOE que debatió las publicitadas enmiendas sobre añadir o no el “+” al acrónimo LGTBI, o sobre la participación de hombres en las ligas deportivas femeninas, como fue mi caso, solo podíamos sentir estupor ante la avalancha de noticias que sobre ambas cuestiones se empezaron a difundir por los medios de comunicación la misma noche del sábado 30 de noviembre.
Y digo estupor porque lo difundido no se correspondía con la realidad, y si tantos medios y de tan diverso signo recogían las noticias de manera similar, solo podía suponerse que habían sido llevados a la confusión, ignoro si de forma interesada.
Porque la realidad es que en el Congreso nunca se debatió incluir o no la “Q” de Queer (o “Cuir” como se utiliza en el ambiente LGTBI español) y no solo no se votó prohibir la participación de las mujeres trans en las ligas femeninas sino que antes al contrario, se aprobó que “Estableceremos planes de atención a deportistas LGTBI y programas deportivos que fomenten su participación sin discriminación”, es decir, que tampoco los hombres y mujeres trans sean discriminados en las ligas competitivas.
Para el neófito, es fácil perderse en estas cuestiones, y voy a explicar lo más didácticamente posible un debate que incluso para “expertos” no deja de ser complejo.
La “Teoría Queer” nació en el ámbito universitario de los estudios de género, de manos de dos prominentes feministas lesbianas, Teresa de Laurentis y Judith Butler. Parafraseando la famosa cita feminista (El feminismo es la hija no deseada de la Ilustración) podemos afirmar que la Teoría Queer es la hija no deseada de una parte significativa del feminismo que he leído en los medios denominada como “feminismo clásico” pero que yo prefiero llamar “feminismo conservador”.
Pero no hay que confundir la “Teoría Queer” con lo que actualmente se conoce como Queer o Cuir, que es la letra que se incluye en el acrónimo LGTBIQ+. Al no haber academia que “limpie, fije y de esplendor”, los términos en el ámbito de las corporalidades, las identidades y las orientaciones carecen de definiciones exactas. Y al ser constructos vividos, depende muchas veces de las vivencias personales de las personas que la utilizan. Pero podría haber un consenso sobre que lo “cuir” sería lo no normativo, lo que políticamente se niega a ser categorizado o etiquetado por la norma, buscando nuevas categorías o luchando por evitarlas. Así, puede haber personas que nacieron con pene y tengan atracción por personas con pene, que no se definan como hombres homosexuales, sino como personas no binarias androsexuales, “cuir” en definitiva. En este sentido, lo que hoy se conoce como “cuir” es muy similar a lo que en los 70 se entendía como “gay”. De igual manera, los primeros feminismos podrían definirse como “cuir”, cuando las mujeres luchaban contra los roles de género del patriarcado vistiendo ropas masculinas, fumando, cortándose el pelo u ocupando espacios reservados hasta entonces para los hombres.
En el debate del 41 Congreso Federal del PSOE, la ponencia marco utilizaba el acrónimo LGTBI+, al hablar de la diversidad de la corporalidad (que señala a las personas intersex y endosex), la identidad (referidas a las personas trans y cisexuales), la orientación (en relación a las personas homosexuales, bisexuales, heterosexuales y pansexuales) y aquellas otras realidades que afectan al cambo de la diversidad sexual pero que no se refieren la corporalidad, la identidad y la orientación, como es la relacionada a la intensidad del deseo sexual (demisexuales o grisexuales), nuevas formas de relaciones afectivo-sexuales (como el poliamor), etc.
Además, hay que tener en cuenta, que las personas que se definen “no binarias” en cualquiera de sus expresiones (género fluido, extrabinaries, etc.) se incardinan en el concepto trans. Las personas trans son aquellas que no se identifican con el género asignado al nacer. Si has nacido con vulva, y te han asignado el género femenino, pero al crecer te identificas con el género masculino, hablaríamos de personas trans binarias. Pero si no te identificas ni con el género masculino ni femenino, hablaríamos entonces de personas trans no binarias. Por ello, podemos afirmar sin problema, que el PSOE está comprometido también con las personas no binarias.
Es decir, la enmienda que lo que pidió (y consiguió) es que en la ponencia marco no se incluyera el “+” en el acrónimo LGTBI, pero no debatió nada sobre lo Queer o Cuir, y menos ha prohibido que el PSOE utilice el acrónimo LGTBIQ+ allí donde lo estime oportuno, o que impida las acciones políticas en relación a las personas que se definen como Cuir o se incluyan en otras realidades de la diversidad sexual como poliamorosas, demisexuales, etc.
En relación a la otra cuestión, la enmienda que aprobó que los hombres no puedan participar en las ligas femeninas, es algo que todos, todas y todes, estaremos de acuerdo y que es lo que actualmente ocurre.
En España, el género legalmente se determina por el Registro Civil. Solo las personas legalmente consideradas mujeres pueden participar en las ligas femeninas (incluidas las mujeres trans). Y solo las personas legalmente consideradas hombres (incluidos los hombres trans) pueden participar en las ligas masculinas. Se aprobó una obviedad, es cierto. Pero interpretar esta enmienda en el sentido que el PSOE pretende prohibir la participación de mujeres trans en las ligas femeninas me llena de asombro. O hay personas con capacidad comprensora muy limitada, o hay intención de confundir.
Lo que si es un hecho objetivo es que el 41 Congreso Federal ha aprobado una ambiciosa batería de medidas en favor de las personas LGTBIQ+ y sus familias, como es la inclusión en el Código Penal de las terapias de conversión; impulsar los derechos de las personas intersex en línea con lo resuelto por el Parlamento Europeo; blindar en una futura modificación constitucional el matrimonio igualitario; favorecer la inclusión laboral de las personas trans con incentivos para la contratación en aquellos sectores en los que todavía existe una mayor discriminación y dificultades de inserción laboral; la creación de una red de acogida para jóvenes y para solicitantes de asilo y/o de protección internacional que hayan sido expulsados de sus familias o abandonado sus países de origen por motivo de su orientación e identidad sexual y/o expresión de género; y reconocer a quienes fueron también represaliados por escándalo público (que quedaron fuera de las reparaciones de Rodríguez Zapatero) o por cambios legislativos discriminatorios hacia las personas LGTBI, como en de 1944, cuando el régimen franquista cambió la edad de consentimiento, situado a los 13 años para las relaciones heterosexuales, y los subió a los 23 para las relaciones homosexuales, y que llevó a la condena de muchos hombres homosexuales por abuso de menores cuando mantenía relaciones sexuales con hombres mayores de 16 años pero menores de 23; entre otras muchas cuestiones.
Y no está de más recordar que en España fueron los tribunales quienes autorizaron desde los años 80 que hombres y mujeres trans pudieran modificar su sexo registral de acuerdo con el género sentido, siempre que se hubieran sometidos a modificación genital, eso sí. Tampoco hay que olvidar que fue el gobierno del PSOE en 1983 quien eliminó del Código Penal las penas para los médicos que practicaran cirugías de reasignación; que fue el gobierno del PSOE quien promovió la conocida como Ley Carla Antonelli, que no obligaba a someterse a una operación quirúrgica para modificar el sexo registral; y que fue el Grupo Socialista del Congreso quien aportó el mayor número de diputadas y diputados para aprobar la Ley LGTBI de 2023.
Lamento defraudar a algunas, algunes y algunos (o a muchos, muches o a muchas), pero el PSOE no debatió quitar la “Q” ni ha acordado impedir que las mujeres trans compitan en ligas femeninas. Pero me alegro que este falso debate nos permita mostrar el carácter históricamente trans inclusivo del PSOE. Por ello, muchas gracias.
