Entre un 30 y un 50% de las mujeres en España experimentan algún grado de prolapso pélvico a lo largo de su vida. La mayoría son leves y pueden abordarse tan sólo con rehabilitación del suelo pélvico; sin embargo, uno de cada diez casos debe someterse a cirugía.
Como explica en un comunicado de prensa el Grupo Policlínica, el trastorno se produce cuando los órganos pélvicos (como el útero, la vejiga o el recto) descienden de su posición normal y protruyen hacia la vagina. Normalmente, esto se produce por un debilitamiento de los músculos y tejidos del suelo pélvico.
Causas y síntomas
Las causas, detallan desde la institución, son variadas e incluyen factores como la debilidad muscular, partos complicados o múltiples, cirugías en la zona, esfuerzo prolongado, obesidad y el envejecimiento. "A medida que los tejidos conectivos pierden fuerza y elasticidad con el tiempo", desarrolla el urólogo Alessio Zordani, "aumenta el riesgo de sufrir esta condición que afecta tanto a la calidad de vida como a la funcionalidad cotidiana de los pacientes".
Por su parte, los síntomas del problema son muy variados entre pacientes, ya que dependen principalmente del órgano afectado y de la gravedad del descenso. Algunos de los más comunes incluyen:
- Sensación de pesadez o presión en la pelvis, que empeora al estar de pie o al realizar actividades físicas.
- Sensación de bulto o protrusión en la vagina, a veces con dolor o molestia.
- Dificultades para vaciar la vejiga o el intestino.
- Incontinencia.
- Dolor o incomodidad durante las relaciones sexuales.
- En casos graves, el prolapso es visible en la forma de una masa que sobresale por la abertura vaginal.
Una enfermedad estigmatizada
Además de las molestias puramente fisiológicas, el prolapso de órganos pélvicos conlleva un estigma importante que puede impactar de manera profunda en el bienestar de las mujeres. Muchas se sienten avergonzadas o incómodas al hablar de sus síntomas, debido en parte a la asociación de la condición con la incontinencia urinaria, la disfunción sexual y la percepción de envejecimiento prematuro.
Así, resalta el Grupo Policlínica, la falta de información y la persistencia de tabúes en torno a la salud pélvica femenina contribuyen a que muchas mujeres sufran un malestar adicional a los puramente físicos y que, en algunos casos, se retrase el diagnóstico y el tratamiento adecuados.
Avances en el tratamiento
La estrategia para abordar el prolapso pélvico varía principalmente en función de la gravedad del caso y de las necesidades de cada paciente. En casos leves o moderados, el tratamiento suele comenzar con enfoques conservadores, como la fisioterapia del suelo pélvico, ejercicios de Kegel y el uso de pesarios, unos dispositivos que se colocan en la vagina para sostener los órganos prolapsados.
Estos métodos suelen resultar efectivos para reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida, sobre todo en mujeres jóvenes o en aquellas que desean evitar la cirugía. No obstante, destaca Zordani, "en prolapsos más avanzados o cuando los tratamientos conservadores no resultan suficientes, se recomienda la intervención quirúrgica que consiste en colocar una malla por vía abdominal".
En estos últimos casos, la cirugía robótica está suponiendo una revolución en el abordaje del prolapso grave, por constituir una alternativa precisa y mínimamente invasiva, que ofrece numerosas ventajas sobre otras técnicas. “El uso del robot en la cirugía permite una colocación más exacta de la malla y cortes más precisos, mejorando así la reconstrucción de los órganos afectados”, cuenta el especialista de Grupo Policlínica. “Gracias a esta precisión, el trauma quirúrgico es mínimo, lo que facilita una recuperación más rápida y con menos dolor para la paciente”, añade. Como resultado, la mayoría de las pacientes pueden regresar a sus hogares solo dos días después de la cirugía, con un periodo de reposo de cuatro semanas antes de retomar sus actividades normales.
En este sentido, el diagnóstico preciso es fundamental para ofrecer el tratamiento adecuado, sobre todo en los casos donde el prolapso se acompaña de incontinencia. "La cirugía robótica está indicada para mujeres de diferentes edades, desde los 30 hasta los 80 años, con prolapsos de grados 3 y 4, los más graves, y ha demostrado ser especialmente beneficiosa para aquellas que desean mantener la posibilidad de tener hijos en el futuro", señala Zordani.
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