La princesa alférez

Todas las miradas, toda la atención, estaban puestas en ella. La alférez Borbón Ortiz recibió el miércoles de manos de su padre, el rey Felipe, el despacho que la acredita y cierra su etapa militar en la Academia de Zaragoza. En el mismo acto se le impuso la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco.

Continuando la ruta marcada, y que sigue paso a paso la formación de su padre, a la heredera al trono le espera como siguiente etapa la Escuela Naval Militar de Marín que tendrá ocasión de conocer los próximos días y a la que se incorporará a finales de agosto.

En medio tiene un intenso mes de julio repleto de compromisos oficiales, que la llevará a Lloret de Mar, para la entrega de los Premios Princesa de Girona, y a su primera visita internacional en solitario a Portugal, donde tendrá un encuentro con el presidente de la Republica, Marcelo Rebelo de Sousa.

No es fácil combinar esta apretada agenda, a la que con el paso del tiempo se van sumando cada día nuevos compromisos, con las actividades propias y deseables de cualquier joven de su edad.

Leonor, perfectamente educada desde niña para asumir sus altas responsabilidades, es consciente de que cualquier gesto suyo, cualquier comentario o actuación será siempre examinado con lupa. Vivir bajo esa presión va con el cargo.

La madurez, sensatez y responsabilidad en el cumplimiento de sus obligaciones es ejemplar y tranquilizadora para la institución que representa. Lo que no impide que se parta de risa en los coches de choque de la feria de Jaca y disfrute compartiendo hamburguesas con sus compañeros.

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