Aunque habitan en nuestro país durante todo el año, la preocupación sobre las arañas violinistas se desempolva cada verano, produciendo entre los ciudadanos una enorme confusión que, en ocasiones, acarrea gran preocupación. Sin embargo, lo cierto es que las razones para hacerlo son, en nuestro país, más bien escasas. Te lo contamos.
¿Cómo es la araña violinista?
Antes de nada es importante aclarar que la araña violinista no es una especie, sino un género -Loxosceles- al que pertenecen más de cien especies distintas que se distribuyen por todo el mundo y que conllevan diferentes peligrosidades.
En España conviven tres especies de este género: una endémica del Mediterráneo y menos peligrosa (Loxosceles rufescens) y dos de origen latinoamericano menos comunes y altamente venenosas (Loxosceles reclusa y Loxosceles laeta).
Las arañas violinistas se distinguen por una marca en forma de violín en la región dorsal, y pueden tener diferentes tonos de marrón. Además, suelen tener patas delgadas y alargadas que parten de un cuerpo recubierto de vellosidad y, por lo general, no superan los 3 centímetros de longitud. Las especies latinoamericanas suelen tener las patas más alargadas y ser un poco más grandes.
¿Dónde habitan las arañas violinistas?
Como casi todos los arácnidos, las violinistas tienen hábitos nocturnos, por lo que pasan los días escondidas entre grietas y rincones oscuros. Sin embargo, a diferencia de otras arañas, estas no crean grandes telarañas, sino que formas cuevas de seda en los huecos donde se refugian. Se las puede encontrar en almacenes, buhardillas, sótanos, baños y demás lugares frescos y oscuros.
En España, se considera una especie invasora y se ha detectado en Vizcaya y en la zona del Mediterráneo, probablemente transportada por personas de manera directa o indirecta. Una forma de detectar su presencia es a través de los exoesqueletos que dejan tras la muda.
¿Son peligrosas? ¿Qué pasa si te pican?
Aunque la picadura de la araña violinista es extremadamente peligrosa, pues destruye los glóbulos rojos y puede causar necrosis, muy rara vez atacan a las personas. De hecho, solamente lo hacen cuando se sienten amenazadas.
En España, desde el año 2005 hasta el presente solamente se han reportado en la literatura médica 16 casos de mordedura de araña atribuibles a L. rufescens. Hay que tener en cuenta que esta atribución se realiza por lo general en base a criterios clínicos (principalmente, evaluando los síntomas que presentan los pacientes), ya que no existe prueba de laboratorio para verificar que se trata de una mordedura de esta especie concreta y rara vez se captura al ejemplar 'responsable'.
Dado que no existe un tratamiento común para todos los casos de picadura de L. rufescens lo recomendable si aparecen síntomas preocupantes (como úlceras infectadas o de color oscuro) es acudir a un profesional sanitario, y a partir de ese punto la estrategia variará en función de la manifestación clínica. Por ejemplo, podría incluir el uso de antisépticos en el área de inoculación, de antihistamínicos o de antibióticos si la úlcera se infecta.
