Netflix estrena El Rey del Cachopo: así es el perfil psicológico del asesino español más rocambolesco de la crónica negra reciente

No solía ver la televisión, pero ese día decidió encenderla. Con lo que no contaba Raquel era que justo en ese momento se estuviera difundiendo, a toda pantalla, la foto de su propio cocinero. Aquel hombre de metro y medio de altura se hacía llamar Txiki, llevaba un par de meses trabajando en su restaurante de Zaragoza. Apareció un día buscando trabajo, le dijo que era de Maracaibo, Venezuela, aunque su acento fuera más bien castizo. Alardeaba de haber trabajado como chef nada menos que en Arzak, restaurante Michelin, y le contrataron. Resultó ser un fracaso en la cocina. Y también el asesino más buscado.

ITER CRIMINIS por Carmen Corazzini

Al vendaval de true crime se suma ahora, de la mano de Netflix, la nueva docu-serie sobre el tipo más rocambolesco de la historia reciente de España: el Rey del Cachopo. Porque hay estafadores, asesinos, delincuentes… y después está él, César Román.

Además de venezolano, decidió ser vasco por un tiempo. Y lucense. Y también asturiano. Sin estudios más que los de su imaginación, decidió incorporarse a la Falange Española, luego se hizo agente doble, se infiltró en un sindicato de izquierdas, y acabaron por echarle de ambas organizaciones. Tras probar en la política le picó el gusanillo de la prensa. Abrió una revista donde copiaba y pegaba noticias, y con la que engañaba a estudiantes de Periodismo con prácticas no remuneradas. Se inventó una entrevista a Marine Le Pen y decía estar escribiendo la biografía de Esperanza Aguirre.

Su medio de comunicación se hundió, decidió montar una asociación de comerciantes en Málaga, que también desapareció, así como unos cuantos negocios más, todos en quiebra. De pronto se le ocurrió probar en la restauración y consiguió montar una franquicia de sidrerías en Madrid.

Para obtener prestigio pensó que sería oportuno ganar algún premio. Así que colgó el cartel de "se sirve el Mejor Pulpo A Feira de 2015", distinción de la Real Cofradía de Amigos del Pulpo Gallego que por supuesto no le habían visto en la vida. Las críticas a su restaurante no eran del todo buenas, por lo que decidió ganar también el "Premio al Mejor Cachopo de España 2016". Otro concurso inventado.

El falso cocinero, empresario y periodista no era otra cosa que un pícaro narcisista. Cada negocio que montaba se hundía y, sin embargo, de un modo u otro, conseguía salirse con la suya. Eran su labia, su encanto y desparpajo. Hasta aquí la comedia. Ahora cambia el guion.

Cada negocio que montaba se hundía y, sin embargo, de un modo u otro, conseguía salirse con la suya. Eran su labia, su encanto y desparpajo.

César llevaba un tiempo saliendo con Heidy, camarera de una de sus sidrerías, hasta que a los pocos meses ella decidió dejarlo. Él no pudo soportarlo y el 5 de agosto de 2018 la mató en su domicilio. Tras el asesinato, descuartizó su cuerpo y se deshizo de algunas partes. Después colocó su torso dentro de una maleta, pidió un taxi y se dirigió a una nave industrial alquilada por una de sus empresas. Una semana más tarde volvió para prenderle fuego. Pero llegaron los bomberos, y la noticia del hallazgo del torso le hizo huir a Zaragoza. Pocos meses después, el 16 de noviembre, Raquel encendió la televisión. Le reconoció. Ahora cumple 15 años de condena en la cárcel de Soto del Real. Siempre había negado los hechos, pero en marzo redactó una carta en la que asumía el asesinato, pedía perdón, y se ofrecía a colaborar con asociaciones de víctimas de violencia de género. Una muestra más de egocentrismo.

César Román no está trastornado. No tiene ninguna enfermedad mental. En las más de 200 preguntas del test de personalidad resultó ser una persona normal, ni siquiera especialmente agresivo. Según el peritaje y su perfil psicológico es un “animal social”, “un hombre con un nivel de actividad cognitiva y física altísimo”, pero sin presentar anomalías psíquicas.

Es un “animal social”, “un hombre con un nivel de actividad cognitiva y física altísimo”, pero sin presentar anomalías psíquicas

Sí tiene rasgos narcisistas. Son personas manipuladoras, sin empatía, con una autoestima inflada y desorbitada. Envidiosos, competitivos, sus expectativas son a menudo poco realistas. Necesitan ser admirados. Para ellos la vida es un juego, pero con tablero distinto. La inercia que los mueve es anárquica, oscila libre por sus propios antojos. No existen barreras, solo ventanas abiertas, el fracaso se torna desafío y la frustración, ímpetu. Un mentiroso compulsivo cuya ausencia de autocontrol es la definición de su fragilidad emocional. Porque quien ansía aparentar solo exhibe un vacío.

César llevó su narcisismo al extremo y podría seguir haciéndolo. Aunque sea sensato aplicarle a cualquiera la duda razonable, la reiteración de su conducta parecería haberle puesto límite a su veracidad. Existe la reinserción. Existe el arrepentimiento. Pero no habría que olvidar que si César Román es un rey, es de la estafa.

Biografía

Carmen Corazzini estudió periodismo y Comunicación Audiovisual. Se especializó con un máster en 'Estudios Avanzados en Terrorismo: análisis y estrategias' y otro en 'Criminología, Victimología y Delincuencia'.

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