Segovia, iglesia de San Miguel. Es 13 de diciembre de 1474. Isabel la Católica acaba de llegar al templo procedente del Alcázar de la ciudad castellana. Ha entrado como princesa, pero sale reina. Acaba de ser proclamada reina de Castilla. Tiene 23 años.
Han pasado ya 550 años de aquello. Este pasado lunes, el Rey Felipe VI presidió en Segovia un acto organizado en conmemoración de aquel aniversario. El monarca firmó en el libro de honor del Alcázar, se refirió a Isabel I de Castilla como "la primera gran reina de Europa" y escribió que, junto a su esposo, el rey Fernando de Aragón, abrió la era Moderna.
Isabel nació en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) el 22 de abril de 1451. Era hija del rey Juan II de Castilla y de su segunda esposa, Isabel de Avís, que pertenecía a la Casa de Braganza. Apenas pudo llegar a conocer su padre porque el rey falleció en 1453. En su testamento, Isabel ocupaba el tercer lugar en la sucesión, después de sus hermanos varones, Enrique y Alfonso.
La guerra entre Enrique y Alfonso
Hermano paterno de Isabel, Enrique fue rey de Castilla desde 1454. Su hija Juana nació en 1462 y fue nombrada heredera al trono, recibiendo el título de Princesa de Asturias. Pero gran parte de la nobleza castellana no estuvo de acuerdo. En septiembre de 1464 el rey cedió a esas presiones y nombró Príncipe de Asturias a su medio hermano Alfonso.
Isabel le quitó el trono a la verdadera heredera"
No fue suficiente para aplacar el descontento nobiliario y en junio de 1465 las Cortes derrocaron a Enrique y proclamaron a Alfonso rey de Castilla. Fue Alfonso XII y sólo tenía 11 años. Pero la herida ya estaba abierta y se inició la lucha entre los partidarios de Enrique y los de Alfonso.
En agosto de 1467 tuvo lugar la batalla de Olmedo y aunque según algunas versiones Enrique fue derrotado y hecho prisionero, lo cierto es que el azar vino en su ayuda. Alfonso falleció el 5 de julio de 1468 por causas desconocidas.
Enrique recuperó el poder y el título de Príncipe de Asturias fue competencia de Juana e Isabel, la otra medio hermana de Enrique. Los nobles habían propagado el rumor de que Juana no era hija de Enrique IV sino de su valido Beltrán de la Cueva y fue así que se ganó el apodo de Juana "la Beltraneja".
Isabel, sus partidarios y sus ambiciones
¿Qué hizo Isabel a la muerte de Alfonso? No está claro. Según algunos autores, por ejemplo Luisa Isabel Álvarez de Toledo, se proclamó reina pero, falta de apoyos, a principios de 1469 se rindió, dio obediencia a Enrique y fue arrestada en la Venta de los Toros de Guisando. Según otros, como Vicente Ángel Álvarez Palenzuela, Isabel se proclamó solamente heredera al trono y lo que ocurrió en los Toros de Guisando fue un acto en el cual Enrique IV ordenó a sus seguidores que prestasen obediencia a Isabel como heredera.
Isabel actuó con determinación y astucia para convertirse en heredera y luego reina 'propietaria' de Castilla"
"Isabel actuó con determinación y astucia para convertirse en princesa de Asturias, heredera y luego reina 'propietaria' de Castilla. Para ello tuvo que humillar a su sobrina Juana", ha escrito el historiador Josep Pérez. Según él, en Guisando, Enrique IV no declaró ilegítima a Juana, pero la excluyó de la línea sucesoria por miedo a un sector de la aristocracia.
La huida, la boda y el auxilio del Papa
Sea como fuere, Isabel fue puesta bajo custodia a la espera de ser casada con el rey de Portugal Alfonso V. Al tiempo, Juana contraería matrimonio con un hermano del rey de Francia. Pero Isabel demostró tener carácter y ambición: se fugó y se casó en Valladolid con su primo Fernando, rey de Sicilia y heredero de la Corona de Aragón, el 19 de octubre de 1469.
El matrimonio no tuvo validez legal por el parentesco existente entre los novios. Requería una dispensa papal. Enrique IV desheredó a su medio hermana y volvió a nombrar heredera a su hija Juana. Y en esto llegó el Papa. En junio de 1472 desembarcó en Valencia Rodrigo Borgia, legado papal de Sixto IV, que necesitaba paz en Castilla y Aragón para que así participaran en su cruzada contra los musulmanes.
Isabel debió la Corona de Castilla no a sus derechos sino a la fuerza de los que la apoyaban"
Hubo una entrevista secreta con Isabel y Fernando, y el enviado papal regularizó su matrimonio a través de una bula (al parecer a cambio del título de duque de Gandía para su hijo). El Borgia convenció a Enrique IV de que Isabel reconocería los derechos de su hija Juana y en diciembre de 1473 el rey recibió a Isabel en Segovia y se reconcilió con ella y con su marido.
Un año después, Enrique falleció y el testamento desapareció. Al día siguiente, en Segovia, Isabel fue proclamada reina por sus partidarios. Al tiempo, Juana fue reconocida reina por los suyos, en particular por su prometido el rey Alfonso V de Portugal. Ambos entraron en Castilla en mayo de 1475, fueron proclamados reyes en Plasencia y se desposaron.
Guerra de sucesión castellana
Estalló de nuevo la guerra, esta vez entre isabelinos y juanistas. El conflicto tuvo un marcado carácter internacional porque Isabel era la esposa del heredero de la Corona de Aragón, mientras que Juana se había casado con el rey portugués. Francia también intervino, apoyando a Portugal para evitar que Aragón, su rival en Italia, se uniera a Castilla.
Los enfrentamientos se sucedieron por tierra y por mar hasta 1479. La pugna comenzó bien para los partidarios de Juana, pero tras alguna derrota el bando se desintegró entre 1476 y 1477. A partir de entonces, la guerra de sucesión castellana consistió esencialmente en una guerra entre Castilla y Portugal. Tuvo gran importancia la guerra naval en el océano Atlántico. Las flotas portuguesas se impusieron a las castellanas en la lucha por el acceso a las riquezas de Guinea, que eran oro y esclavos.
La unión dinástica logró transformar la variedad de reinos de la España medieval en un cuerpo político con una sola dirección, una sola diplomacia, un solo ejército"
La guerra concluyó en 1479 con la firma del Tratado de Alcazobas. Isabel y Fernando fueron reconocidos como reyes de Castilla, mientras que Juana perdió el derecho al trono y tuvo que permanecer en tierras portuguesas hasta su muerte. En palabras de Josep Pérez, "Isabel debió la Corona de Castilla, no a sus derechos, sino a la fuerza de los que la apoyaban; le quitó pues el trono a la verdadera heredera".
España se convierte en ámbito político
Con la paz Portugal logró el monopolio marítimo comercial en la costa occidental africana al mantener el control de los territorios en los que ya tenía cierta presencia (Guinea, Elmina, Madeira, Azores, Flores y Cabo Verde). Las islas Canarias quedaron al margen, de modo que la corona de Castilla prosiguió con su conquista.
Según Pérez, "la unión dinástica logró transformar la variedad de reinos de la España medieval en un cuerpo político con una sola dirección, una sola diplomacia, un solo ejército". Escribe el historiador que con los Reyes Católicos, "España se convierte en ámbito político y toma una forma original que conservará por lo menos hasta principios del siglo XVIII".