La crisis de los pescadores del Mediterráneo español, a los que Bruselas podría dar la puntilla: "Faenar solo 27 días sería la ruina"

Un cordón de policías antidisturbios separaba este lunes a mediodía la sede de la Comisión Europea en Madrid de una nutrida protesta. Varios centenares de marineros y armadores de la pesca de arrastre del Mediterráneo se han desplazado hasta la capital en respuesta a las drásticas restricciones propuestas por Bruselas para este arte de pesca en 2025.

El borrador elaborado por el equipo saliente propone reducir el máximo de jornadas de faena anuales de una media de 130 a tan solo 27, aunque el documento está siendo negociado con los estados miembros entre este lunes y el martes y los pescadores están tratando de presionar con concentraciones tanto en Madrid como en Bruselas.

Entre el chillido estridente de las bocinas de barcos y las explosiones de los petardos, la voz de Cristina Rodríguez es apenas audible. "Esto sería la ruina del sector al completo. Tendríamos que dejar de trabajar y a ver dónde buscamos un trabajo", se lamenta esta almeriense de 37 años.

Ella y su marido, Juan Antonio Belmonte, llevan toda una vida dedicados a la pesca de arrastre en el puerto de Carboneras, pero el futuro parece más negro que nunca para el sector. Si se cumplen los peores augurios, sus hijos pequeños, que les acompañan este lunes en la protesta, podrían conocer de los últimos pescadores de Carboneras solo por las historias que les cuenten sus padres.

"Llevamos toda la vida en la pesca y ahora, los últimos 5 años, nos han empezado a recortar los días", explica Juan Antonio, de 40 años. "Y ahora se supone que ya iban a terminar las restricciones y, de golpe y porrazo, nos dicen que vamos poder trabajar 27 días cada barco, ¡27 días al año! Dile tú a cualquier sector, agricultura, a los camiones, a lo que sea, que trabajen solo 27 días al año. No se puede hacer rentable, tenemos que parar los barcos y pegarles fuego".

Medidas drásticas para objetivos ambiciosos

A finales de noviembre se hizo público un borrador elaborado por el equipo de Charlina Vitcheva, la saliente directora general de asuntos marítimos de la Comisión Europea, y Virginijus Sinkevicius,excomisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, que proponía recortar un 79% de los días en los que los barcos de pesca de arrastre del Mediterráneo occidental pueden salir a faenar. Una medida que supondría limitar a menos de un mes las jornadas de trabajo de este sector haciéndolo prácticamente inviable económicamente.

La drástica medida busca cumplir el ambicioso objetivo de recuperar en 2025 la población mediterránea de algunas especies marinas, en especial la merluza, establecido por Bruselas y España en 2019 y hacia el que se ha avanzado escasamente en los últimos cuatro años a pesar de las restricciones que se han ido implementando.

"Esto es una cosa inédita, nunca se había restringido tanto. Es una manera de ahogar a la profesión, es una manera de conseguir la prohibición o la eliminación del arrastre", declara Antonio Nieto, gerente de Pesca España, la principal asociación de organizaciones de productores del sector. "La obsesión de Sinkevicius siempre ha sido prohibir el arte de arrastre, no sólo en lo que se llama las maneras vulnerables, sino prohibirla en general. De hecho ha sido un activo participante en protestas incluso de organismos medioambientalistas y proteccionistas y demás, entonces bueno, nos sorprende".

"Es una manera de ahogar a la profesión, es una manera de conseguir la prohibición o la eliminación del arrastre"

El borrador es simplemente una propuesta del secretariado saliente que parece inaplicable en esos términos y está ahora siendo debatida en Bruselas con los Gobiernos de España, Francia e Italia haciendo frente común contra las propuestas frente a los funcionarios de la Comisión. Se espera que las partes lleguen a un acuerdo el martes, aunque las reuniones de este tipo suelen extenderse hasta la madrugada y no se descarta incluso que pueda aplazarse hasta el próximo consejo europeo de enero.

Un mar sobreexplotado

El Mar Mediterráneo ha sido explotado por pescadores desde hace miles de años, pero el delicado equilibrio de sus ricas aguas se mantuvo inalterado hasta la segunda mitad del siglo XX. Concretamente, la flota que opera en el litoral español vivió un proceso de modernización tras la Guerra Civil, incorporando nuevas tecnologías y aumentando sustancialmente la capacidad de pesca.

"Eso es bueno porque puedes obtener más pescado, pero si no lo haces bien puedes superar los límites del ecosistema. Y esto es un poco lo que ha ido pasando históricamente, ha ido avanzando más la capacidad de capturar pescado, no siempre, y la regulación no ha acompañado a un ritmo suficiente estas nuevas capacidades", declara Miquel Ortega, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC.

Al mismo tiempo, el cambio climático está afectando de manera especialmente grave a este mar, cuya temperatura ha subido 1,5 grados en la última década, con las consecuencias que esto tiene también en las especies que pesca el arrastre, como la merluza.

Todo esto llevó al primer acuerdo plurianual para la pesca demersal en el Mediterráneo Occidental entre la Comisión y los estados miembros en 2019, que establecía medidas, como una reducción escalonada de los días de pesca, que buscaban la conservación de las principales especies objetivas de la pesca de arrastres. El objetivo marcado era el rendimiento máximo sostenible, es decir, el que permite obtener el máximo volumen de capturas a largo plazo, sin poner en riesgo el estado del stock.

En este contexto llegamos al borrador elaborado por la Comisión, que se basa en las evaluaciones de población que han desarrollado en estos últimos años la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y el Comité Científico, Técnico y Económico para la Pesca de la Comisión Europea (STECF). No se espera que unas medidas tan drásticas vayan a ser aprobadas, pero el revuelo generado simplemente por la aparición del borrador son una buena muestra del nivel de tensión que existe en el sector.

"Medidas para mejorar el estado de los stocks son necesarias. O sea, la inmovilidad en la situación actual es mala para el ecosistema y es mala para el sector del pesquero", declara Ortega. "Lo que pasa es que, claro, la forma de hacerlo es muy incendiaria: ‘Te voy a cortar aquí el 80% de los días y luego hablamos’. Esto genera también un resentimiento hacia la UE en un momento en el que no está la cosa para muchas fiestas".

Incluso organizaciones ambientalistas que abogan por medidas de restricción a la pesca consideran la propuesta de la Comisión excesivamente drástica.

"Hay que hacer algo para conseguir que las poblaciones del Mediterráneo y que se reduzca la presión pesquera que llevan sufriendo desde hace décadas, otra cosa es la manera en la que se hace", declara Julio Agujetas, responsable de pesquerías del Mediterráneo de la ONG internacional Marine Stewardship Council (MSC). "Pasar de un año a otro con una reducción del 79% es algo que a lo mejor tiene sentido desde un punto de vista medioambiental, pero las otras dos patas de la sostenibilidad de la pesca, la económica y la social, parece poco probable que se vaya a mantener. Habría que buscar un equilibrio".

Un sector que se muere lentamente

España es líder en la producción pesquera de la Unión Europea, con una flota de más de 8.500 barcos que sostienen 31.000 empleos directos y 150.000 indirectos, representando el 21% de la producción comunitaria, según datos de Pesca España. Dentro de este panorama la flota de arrastre española que opera en el Mediterráneo cuenta con unos 17.000 trabajadores y está compuesta por 565 embarcaciones y captura especies tan populares como la merluza, el rape, el salmonete, la gamba roja, la gamba blanca y la cigala.

Las restricciones de estos últimos cinco años habían llevado al límite a un sector, el del arrastre en el Mediterráneo, compuesto fundamentalmente por empresas muy pequeñas, muchas de ellas de un solo barco, y con una capacidad de transformación mediante inversión tecnológica muy inferior a las pesquerías de otras zonas como la costa atlántica.

"Nosotros somos los primeros que queremos cuidar el mar, vivimos de eso"

"Ya llevábamos cuatro años reduciendo días, intentando hacer todo lo posible por la sostenibilidad", declara, desde la concentración de este lunes en Madrid, Silvia Atanasova, armadora de un barco pesquero junto a su marido en el puerto de Almería. Tras años como marinero, su marido y ella decidieron montar una empresa justo el año que comenzaron las restricciones. "Nosotros somos los primeros que queremos cuidar el mar, vivimos de eso. ¿Cómo vamos a querer hacer daño a lo que nos da de comer? Pero es que ya no sabemos qué más quieren. Si implantan esto, desaparecemos".

Esta nueva vuelta de tuerca, advierten desde el sector, supone una amenaza existencial no ya contra el arrastre, sino contra todo el sector pesquero del Mediterráneo. "Que el arrastre caiga lleva aparejado que las lonjas dejen de ser rentables, porque no entra suficiente pescado, las fábricas de hielo, las empresas auxiliares, todo el empleo que depende de esas lonjas, entonces, al final el golpe al sector es en la línea flotación", asegura Nieto, gerente de Pesca España.

Pepe Arrándiz es un pescador y armador de 45 años que se ha trasladado con varios compañeros a la concentración de este lunes en Madrid. En el puerto donde ha trabajado toda su vida tanto él como sus padres, el de Villajoyosa, Alicante, las últimas restricciones han costado la desaparición de cuatro barcos de una flota de 30.

El sector pesquero, antigua seña de identidad cultural de poblaciones costeras como esta, se ha convertido ya en un pequeño reducto frente a la avalancha turística. Los jóvenes, admite Arrándiz, ya no quieren dedicarse al oficio de sus padres y si las restricciones se acentúan, la flota, simplemente, desaparecerá.

"En los últimos 20 años ha desaparecido el 50 por ciento de la flota. Ya el sector va a morir, porque no tenemos relevo generacional, va a morir lentamente", lamenta Arrándiz, que solo espera que su generación pueda llegar a la jubilación como la última de los pescadores de Villajoyosa. "Que nos dejen estar como estábamos, pero como estábamos hace cinco años, porque como estamos ahora, vamos desapareciendo, el que puede aguanta y el que no pues va cayendo".

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