Es una situación familiar para cualquier dentista: un paciente llama con un dolor de muelas agudo que requiere atención inmediata. Lo que es menos normal es que quien lo padece sea un gorila de espalda plateada de 185 kilos.
Esa, sin embargo, fue la situación a la que se enfrentó la profesora Katja Koeppel de la Universidad de Pretoria (Sudáfrica), experta en salud de la vida silvestre y veterinaria de alto nivel, cuando fue contactada por el Jardín Zoológico Nacional de Pretoria.
Binga, un gorila occidental de tierras bajas macho de 23 años, sufría un insoportable dolor después de rechazar antibióticos orales para un absceso que le descubrieron en la mandíbula inferior derecha el mes pasado.
Como la intervención quirúrgica era la única opción, Koeppel se unió a un equipo de seis expertos veterinarios mientras dormían a Binga con un dardo tranquilizante antes de extraerle una muela infectada.
"Este gorila pesa 185 kilogramos de puro músculo y puede pasar de estar inconsciente a estar totalmente despierto en cuestión de segundos, y no hay nada que puedas hacer para mantenerlo en la mesa", dijo Kopeppel, que ha trabajado con más de 400 gorilas a lo largo de su carrera, en declaraciones recogidas por el Daily Mail.
"Es por eso que tengo que asegurarme de que la anestesia sea exactamente la correcta, ya que si Binga se despertara, habría poco que pudiéramos hacer; por eso hay un equipo de armas en plena alerta", explicó.
"Llevar a un gorila al dentista es muy diferente a llevar a un humano. Cuando tranquilicé a Binga con un disparo a través de los barrotes de su jaula, se abalanzó sobre mí a toda velocidad y se detuvo a pocos metros de distancia. ¡Solo estaba rezando para que esos barrotes aguantaran!", prosigue la experta.
Tras quedar inconsciente, Binga fue trasladado a un quirófano, donde el profesor Gerhard Steenkamp, un dentista veterinario que también da clases en la Universidad de Pretoria, realizó una operación de dos horas para devolverle la sonrisa al lomo plateado.
Dados los riesgos inherentes a la anestesia de un gorila (un período de inconsciencia que dure más de dos horas es potencialmente peligroso), se prestó mucha atención al bienestar de Binga, lo que incluyó un ecocardiograma y una ecografía avanzada de su corazón.
Si bien en el zoológico se controla cuidadosamente la salud de los animales, con exámenes dentales, de visión y de sangre de forma rutinaria, además de imágenes del corazón y el abdomen, radiografías de tórax e incluso evaluación reproductiva, el evidente dolor de Binga subrayó la necesidad de actuar.
"Los gorilas en la naturaleza normalmente no muestran signos de angustia, ya que sus rivales lo considerarían un signo de debilidad en un macho dominante", dice Koeppel, quien agregó que no es raro que los animales anestesiados se despierten.
Sólo mediante controles sanitarios periódicos realizados en los zoológicos se pueden descubrir estas condiciones en los animales salvajes, para luego evaluarlas y tratarlas".
"Binga ahora está sano y sin dolor, y le han dicho que siempre use hilo dental y se cepille los dientes antes de acostarse cuando regrese a su recinto", dijo la doctora.