Pasada la durísima resaca que dejó la derrota en el Clásico y también el mal sabor de boca tras todo lo sucedido en la Gala del Balón de Oro, el Real Madrid sufrió otro golpe tremendo, esta vez en su competición fetiche, la Champions.
La derrota ante el Milan ha hecho tambalearse los cimientos del proyecto deportivo que mejor pinta tenía en muchos años y ha hecho que sean muchas las miradas las que se dirijan hacia el banquillo. Entre ellas, las de la zona noble, donde la confianza en Carlo Ancelotti se ha resquebrajado: ya no es intocable pese a los títulos recientemente conseguidos y a la gran relación entre el entrenador italiano y Florentino Pérez.
Al equipo campeón de Europa y también de Liga se le unió este verano el considerado por muchos como el mejor jugador del mundo, lo que hacía presagiar un equipo imparable. Se había retirado Toni Kroos, sí, pero eso no parecía tener excesiva importancia en verano.
Cambiar jugadores que dan equilibrio por otros más ofensivos es algo que, históricamente, no le ha ido nada bien al club blanco. En la memoria de todos, cómo el Madrid de los Galácticos se hundió con la salida de Claude Makelele y la llegada de David Beckham: se había roto el ecosistema.
No es Carlo Ancelotti un hombre de cambios y soluciones complejas, y en el inicio de temporada tiró por la más sencilla: Mbappé cogió el lugar en el once inicial de Kroos, provocando un cambio de sistema. Del 4-4-2 tan exitoso de la pasada campaña que tan bien funcionó –tres títulos, entre ellos la Liga y la Champions– a un 4-3-3 con el francés de nueve puro.
Pero la cosa no ha funcionado. La coexistencia de Vinícius y Mbappé no ha acabado de cuajar, a Jude Bellingham se le ha visto perdido en el campo y sus cifras goleadoras han sufrido un terrible bajón –ni un solo tanto lleva, por los 12 que había hecho hace un año a estas alturas de la temporada– y el centro del campo nunca encontró a un líder que cogiera el relevo de Kroos, con Aurelién Tchoauméni perdido, Eduardo Camavinga sin confianza del entrenador y con Luka Modric ya con demasiados partidos en sus piernas. El buen rendimiento de Fede Valverde no ha sido suficiente.
Carletto comenzó a mover piezas, sacrificando con frecuencia a Rodrygo para volver al 4-4-2, pero pronto se vio que el problema no era el esquema. Además, las lesiones comenzaron a dar problemas, especialmente con la baja de uno de los jugadores clave del equipo: Dani Carvajal.
Tres reproches
No haber sabido adaptar al equipo al cambio de Kroos por Mbappé ha dejado muy señalado a Ancelotti, que lo ha probado todo y con escaso éxito. Valverde ha jugado en varias posiciones, Bellingham ha variado su colocación en el campo, Rodrygo ha entrado y salido del once... agua en todos los casos.
Aunque es su respeto a las jerarquías lo que más ha soliviantado los ánimos de la afición... y de la planta noble. Los escasísimos minutos de talentos como Arda Güler y Endrick pese a su buen rendimiento cada vez que han jugado son difíciles de explicar. Ante el Milan, hasta Dani Ceballos salió antes que el turco, y el brasileño no tiene oportunidades pese a su gran balance goleador (dos tantos y una asistencia en tan solo 107 minutos en el campo).
Y el tercer punto que le señala es su nula confianza en la cantera. La lesión de Carvajal y el flojísimo rendimiento de Lucas Vázquez hace que la afición reclame a Jesús Fortea, gran talento de La Fábrica a sus 17 años y cuyo fichaje de la cantera colchonera provocó la ruptura de relaciones Madrid-Atlético.
Sin embargo, su juventud es un freno para el italiano, siempre conservador en ese aspecto. La diferencia entre cómo ha actuado Hansi Flick ante las necesidades es reseñable: Marc Casadó lo está reventado, Marc Bernal iba por el camino (se lesionó) y Gerard Martín y Sergi Domínguez tienen minutos.
La sensación generalizada es que un Marc Casadó o un Lamine Yamal –éste de 17 años, como Fortea– seguirían jugando en el Castilla. Las comparaciones son odiosas, más viendo cómo le está yendo al FC Barcelona.
Runrún en la zona noble
Con esta situación, es inevitable que los primeros rumores sobre el futuro de Carlo Ancelotti ya hayan salido y en la zona noble ya no se considera intocable al entrenador del Real Madrid, al que no se le considera capaz de revertir la situación. El partido de mañana ante Osasuna (14:00 horas) puede hacer que se le indigeste la comida a más de uno: una debacle ante el equipo rojillo en el Santiago Bernabéu puede tener consecuencias, con el foco puesto en el banquillo.